Amigos rompetechos
Y todos, sobrecogidos de asombro, glorificaban a Dios; y llenos de temor, decían: Hoy hemos visto maravillas. Lucas 5:26.
Jesús estaba enseñando en Capernaum. La casa estaba llena de doctores de la ley, intelectuales y dirigentes de la iglesia. Estaban sentados, no para aprender sino para hostigar y encontrar errores en él a fin de acusarlo (Mar. 2:6). Estorbaban a Jesús porque su mensaje se oponía a su enseñanza. Impedían el paso de quienes necesitaban más a Jesús (Luc. 5:17). Entonces llegaron cuatro amigos cargando una camilla con un hombre paralizado. Él había perdido toda esperanza, pero contaba con cuatro amigos compasivos y esperanzados. Todas las entradas de la casa estaban atiborradas, así que decidieron romper el techo para ayudar a su amigo.
Muchos no llegarán a Jesús si no los ayudamos y llevamos sus cargas. Están paralizados por el pecado, el resentimiento, el dolor. Si no los llevamos a Jesús, nunca escucharán las palabras: “Tus pecados te son perdonados” (vers. 20). La iglesia necesita más amigos rompetechos; pues así fuésemos muchos más alabando a Dios.
Cuando rompieron el techo el sermón se detuvo. Los presentes vieron los escombros, pero Jesús vio otra cosa: ¡la fe de los amigos! Cuán importante es tener amigos de fe. Algunas veces Dios honra la fe del enfermo, otras veces honra la fe de los intercesores; no hay una fórmula única. Rodéate de amigas rompetechos. Si te impiden adorar, deja a tus opositores entorpeciendo el paso con sus críticas; rompan el techo y entren, pero no se pierdan la bendición.
Jesús hizo primero lo primero. El hombre era tenido por pecador: liberarlo era prioritario. La gente criticó: “¿Quién es este que habla blasfemias? ¿Quién puede perdonar pecados sino solo Dios?” (vers. 21). Aunque errados en la conclusión, estaban en lo cierto: solo Dios puede perdonar pecados; y estaba frente a ellos. Jesús los amonestó: “¿Qué caviláis en vuestros corazones?” (vers. 22). El enfermo tenía paralizado el cuerpo, pero ellos tenían paralizado el corazón. “¿Qué es más fácil, decir: Tus pecados te son perdonados, o decir: Levántate y anda?” (vers. 23). Lógicamente, es más fácil decir “tus pecados son perdonados”. Eso no se puede probar; pero hacer caminar al paralítico debía ser demostrado, y Jesús ordenó que se levantara. El hombre lo hizo de inmediato y alabó a Dios. Si no se levantaba, no experimentaba el milagro.
Lucas registra tres reacciones de la gente: asombro, temor y gratitud a Dios. “Hoy hemos visto maravillas”, dijeron (vers. 26).
La gente entendió que Jesús tenía poder para perdonar pecados porque era Dios, y frente a lo divino la respuesta es asombro, temor y gratitud.