«Entonces el Señor le dijo a Moisés: ‘Haz la figura de una serpiente venenosa y átala a un poste. Todos los que sean mordidos vivirán tan solo con mirar la serpiente’ » (Números 21:8).
«La serpiente que se come a Florida», es como el New York Times describió a la serpiente pitón de Birmania por estar acabando con el ecosistema de los Everglades, «el río de pasto» en los Estados Unidos. La pitón se come todo lo que está ante sus ojos: conejos, ardillas, mapaches, zorros, entre otros; lo que ha ocasionado la destrucción de la fauna local. Se estima que podría haber entre 100.000 y 200.000 ejemplares que se están reproduciendo con asombrosa rapidez. El gobierno ha hecho esfuerzos por erradicar la plaga, pagando a cazadores que atrapan a dicha serpiente, pero, a decir verdad, no ha sido ni fácil ni exitoso el intento.
–Se trata de animales magníficos, pero este no es su hogar –dice Tom Rahill, quien se ha ganado el título de encantador de serpientes por haber cazado más de 500 ejemplares. Pero, ¿cómo llegaron hasta ese lugar donde no debieron estar?
Los expertos concuerdan en que la invasión de la pitón a la fauna de los Everglades comenzó en los años 80, con la teoría de que los dueños de pitones, asombrados por el rápido crecimiento de sus mascotas, decidieron liberarlas en el humedal. Otra teoría resalta que los traficantes de reptiles las soltaron, por accidente o intencionalmente, en ese lugar. No es su hogar, pero llegaron para quedarse y cada vez son más. Se
adueñaron del lugar y no les importa comer a los hijos o a los padres, todos los animales son bienvenidos a su paladar. Ni siquiera los grandes lagartos están libres de ser atacados.
Este relato me trasladó a los acontecimientos desastrosos de nuestra sociedad. Una vez entrado el pecado en la tierra, la serpiente antigua comenzó su trabajo de reproducirse en cada corazón susceptible y acabar con la creación perfecta de Dios. El pecado comenzó a proliferar a una velocidad alarmante, al punto que pronto se extendió por todo el planeta tierra. El sufrimiento que causa la mordedura de la serpiente lo vemos a diario.
Querida amiga, la buena noticia es que la serpiente, que se come a nuestro mundo, no tiene ninguna potestad sobre quienes tienen sus ojos puestos sobre Jesús en la cruz, ofreciendo su vida en sacrificio. No dejemos que nuestras actitudes sean nidos para los huevos del pecado.
