Matutina para Mujeres | Miércoles 28 de mayo de 2025 | ¿Para qué estas viva?

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Matutina para Mujeres

«Había una creyente en Jope que se llamaba Tabita (que en griego es Dorcas). Ella siempre hacía buenas acciones a los demás y ayudaba a los pobres»

(Hechos 9:36).

Después de cinco años de no ver a su familia, Alexandrie hizo un viaje a su país para reencontrarse con ellos. Había salido de Haití con el sueño de estudiar medicina en la Universidad de Montemorelos y el precio que debía pagar era no poder abrazar a sus seres amados por mucho tiempo.

En enero del año 2010 finalmente pudo obtener los recursos necesarios para hacer el viaje. Después de pasar unos días con ellos, llegó el momento de regresar a continuar sus estudios. Toda la familia quería estar con ella hasta el último momento antes de su partida, así que ni su madre ni sus hermanos acudieron a sus trabajos ni escuelas ese día: lugares que fueron completamente derrumbados con el terremoto que ocurrió aquella tarde del 12 de enero de 2010 y en el que murieron alrededor de 300 mil personas y otras 350 mil quedaron muy heridas. Gracias a Dios dentro de esas cifras no estaba la familia de Alexandrie. Hoy día ella y su familia sirven al Señor.

El registro de la historia bíblica dice que la enfermedad había terminado con la vida de Tabita y, sin embargo, era tan útil en el ministerio de la iglesia que Dios decidió que debía resucitar. ¿Has escuchado alguna vez a alguien preguntar por qué mueren las personas buenas? Nunca debiéramos cuestionar lo que Dios permite, pues solo traería respuestas equivocadas a nuestra vida. Lo que sí podemos afirmar es que si Dios aún nos mantiene con vida es porque aún tenemos una parte importante que hacer en la realización de la obra del evangelio.

¿Te has preguntado si estás cumpliendo con la encomienda que te fue dada? Recuerda que no necesitas ir a un lugar lejano para hacer la voluntad de Dios. Allí mismo donde te encuentras hay mucho por hacer. No te quedes sentada, levántate y lleva un vaso de agua fresca a los vecinos. Busca en tu guardarropa esas prendas de vestir que dijiste que un día volverías a usar y obséquiala a quien tú sabes que lo necesita. Levántate y ve

a la casa de la ancianita que vive sola, limpia su casa, prepara su comida. Cumple tu propósito de vida de manera que, cuando llegue el momento de partir, tu nombre quede registrado en el Cielo, en la lista de los que resucitarán primero. Hay mucho que hacer. ¿Qué harás hoy?

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