Lo que Dios unió
“En un hogar donde la pareja no tiene conflictos se puede palpar el peligro de una explosión nuclear”. George Bach y Peter Wyden
En una excursión de matrimonios a Israel, una mujer comenzó a sentirse mal y, finalmente, murió. Enterrarla en Israel costaba 1.500 dólares, mientras que trasladar su cuerpo a Italia, su país, costaba 8.000. “¿Qué quiere hacer?”, le preguntaron al esposo. “Llevarla a Italia” respondió. “¿Por qué, si le sale carísimo?”. “Porque hace dos mil años enterraron a alguien aquí y resucitó. No quiero correr ese riesgo”.
Este chiste es un pretexto para introducir el tema del que quiero hablarte hoy: en nuestra cultura llena de estereotipos, el matrimonio es percibido a menudo como una fuente de infelicidad que acaba con la libertad individual. Pues bien, estoy aquí para decirte muy clarito: no creas en estereotipos; según las estadísticas, las personas casadas son más sanas, más felices, más exitosas económicamente, más plenas sexualmente y viven más. ¿Por qué nadie saca estos argumentos en esas reuniones entre amigos que tan mala prensa le hacen al matrimonio?
La pareja ideal no existe, porque nadie es perfecto. Hay que entender esto para no albergar falsas expectativas antes de casarnos. Y además, hemos de tener un concepto adecuado de qué es y qué no es el conflicto. En sí mismo, el conflicto no es bueno ni malo; es una oportunidad para conocerse, propiciar cambios, estrechar lazos y salir fortalecidos como pareja. Aprende a ser inteligente y, sobre todo, cristiana, en el manejo de los conflictos matrimoniales. Ganarás salud, felicidad, éxito económico, plenitud sexual y años de vida.
Estos son los principios básicos en el manejo positivo y exitoso de los conflictos matrimoniales: reconoce que existe un problema (no evadas la situación); concede a tu esposo el derecho a explicarse (no monopolices la conversación); escucha con respeto (tú no eres la dueña de la verdad); céntrate en el tema (no saques a la luz cosas pasadas); cuida tu vocabulario (evita ofender y dar órdenes); no lo veas a él como la causa del mal; admite tus errores; recuerda que Dios todo lo puede (acudan a él en oración).208
“Si el Señor no edifica la casa, en vano se esfuerzan los edificadores” (Sal. 127:1, NVI).
“ ‘El hombre dejará a su padre y a su madre para unirse a su esposa, y los dos serán como una sola persona’. Así que ya no son dos, sino uno solo. De modo que el hombre no debe separar lo que Dios ha unido” (Mat. 19:5, 6).
208 Fernando Zabala, Me casaría de nuevo contigo (Doral, Florida: IADPA, 2012), p. 60.