Otro tipo de conquistador
“Considero más valiente al que conquista sus deseos que al que conquista a sus enemigos, ya que la victoria más dura es la victoria sobre uno mismo”. Aristóteles
A lo largo de la historia, a los “grandes” personajes militares, conquistadores, emperadores y césares, les encantaba poner sus propios nombres a las ciudades que conquistaban o dominaban. Era su intento de alcanzar la “inmortalidad”, de perdurar “eternamente” en la memoria colectiva, para que nadie olvidara nunca las grandes hazañas que lograron ni las cotas de poder que alcanzaron. Así por ejemplo Constantinopla, nombre histórico de la actual Estambul, adivina por quién fue conquistada (por el emperador romano Constantino I el Grande). Alejandría recibió su nombre de su fundador, Alejandro Magno. La famosa Cesarea que aparece en la Biblia, se llama de esa manera por el césar, que quiso marcarla como su posesión.
Jesús, que no tenía dónde recostar la cabeza, es hoy por hoy una de las figuras —si no la figura— más reconocidas de toda la historia. Y eso que es impensable la sola idea de imaginarlo queriendo imponer su nombre, o la etiqueta de “cristiano”, sobre nada ni nadie. Su reconocimiento no se debe a campañas militares ni conquistas por la fuerza. Su conquista fue mucho más profunda: él cambió corazones, vidas, maneras de pensar y de ser, por la fuerza de la libertad y la voluntad.
La intención de Jesús nunca fue obtener fama, poder ni renombre, quizás por eso ninguna ciudad del mundo antiguo —ni del moderno— lleva su nombre. Sin embargo, es la figura más destacada de Occidente desde hace dos mil años. Dividió la historia en un antes y un después (antes y después de Cristo, como aún señalamos en las fechas). Aunque no encontremos su nombre en ningún mapa geográfico universal, y aunque nadie se atreva a mencionarlo en determinados ambientes públicos, Jesús cuenta con millones de seguidores en todo el mundo, veintiún siglos después de su muerte. Entre esos seguidores estamos tú y yo.
Ese es el personaje que en el mes de diciembre cada año celebra la cristiandad. Un conquistador diferente. Un Dios que se hizo hombre para que tú y yo podamos vivir en su reino. Un hombre humilde como nunca había habido y nunca habrá; que cambió vidas entonces, y que nos sigue cambiando la vida hoy. Un conquistador cuyo nombre llevo en el corazón.
“En su manto y sobre el muslo llevaba escrito este título: ‘Rey de reyes y Señor de señores’ ” (Apoc. 19:16).