Miércoles 01 de Marzo de 2023 | Matutina para Jóvenes | Una relación viva

Una relación viva

Señor, por estas cosas los hombres viven y en todas ellas está la vida de mi espíritu; pues tú me restablecerás y harás que viva. Isaías 38:16.

La palabra “religión” viene del término latino religare, que significa “volver a atar”o “atar intensamente”. No hay duda de que hace referencia –así opinaba el escritor cristiano Lactancio– al anhelo de Dios de volver a relacionarse de forma muy activa con el ser humano. Por culpa del pecado (Gén. 3), la humanidad se había desligado de Dios, y gracias a Jesús, ese vínculo vuelve a establecerse. Por eso, lo más relevante de la religión cristiana es la relación con Cristo.

Muchas personas en este mundo, sin embargo, conciben la religión como una “reliquia”, que es una palabra que hace referencia a los restos de alguien o de algo. En el mundo musulmán, la Piedra Negra (al-Hayar-ul-Aswad) es objeto de devoción. Algo similar ocurre en el judaísmo con la mezuzah, pergamino que se coloca en las jambas de las puertas. O con las sariras de los budistas. O con alguna que otra pluma de ángeles en el catolicismo. En cambio, la religión no es asunto de “restos” sino de “plenos”. De una relación plena con Dios.

Esa relación muestra que está viva por su compromiso. Como indica Elena de White: “Cada uno de los que se vinculan con la iglesia hace por ese hecho un voto solemne de trabajar para el bien de la iglesia, y de juzgar este interés superior a toda consideración mundanal. Le toca conservar una relación viva con Dios, dedicarse con corazón y alma al gran plan de la redención y manifestar, en su vida y carácter, la excelencia de los mandamientos de Dios en contraste con las costumbres y los preceptos del mundo. Toda persona que ha profesado aceptar a Cristo se ha comprometido a ser todo lo que puede ser como obrero espiritual, a ser activa, celosa y eficiente en el servicio de su Maestro. Cristo espera que cada hombre haga su deber. Sea este el santo y seña de todas las filas de sus discípulos” (Consejos sobre mayordomía cristiana, p. 47).

¿En qué andamos liados? ¿A qué, o a quién, nos amarramos? ¿Es nuestra religión solo la devoción por una reliquia moderna (normas, formas, autoridades, placer)? ¿Cómo van, religiosamente hablando, nuestros niveles de compromiso? ¡Ojalá permanezcas liado con Dios! ¡Ojalá te amarres a Jesús! ¡Ojalá tu religión sea una relación viva! ¡Ojalá tengas un fuerte compromiso con el Señor! Y si no es así, es un buen momento para comenzar.

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