Sábado 02 de Octubre de 2021 | Matutina para Adultos | Alto honor y mayor gozo

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Alto honor y mayor gozo

“Por lo demás, hermanos, orad por nosotros, para que la palabra del Señor corra y sea glorificada, así como lo fue entre vosotros” (2 Tesalonicenses 3:1).

El apóstol Pablo oraba por sus amigos y hermanos; y ahora, en 2 Tesalonicences 3, pide que oren por él y por sus compañeros de ministerio. Pablo siempre reconoció su insuficiencia y era consciente de la necesidad del poder divino. Por eso, clamaba por oraciones intercesoras. Él no era un superhombre sino una persona necesitada, como todos. Sin embargo, no necesariamente pide por él, sino por la propagación de la Palabra de Dios. Es decir, es un pedido muy noble. 

Pablo asevera que el Señor es fiel. La inestabilidad, variabilidad e infidelidad humana es contrastada con la estabilidad, invariabilidad y fidelidad de Dios. El mismo Pablo era un testimonio de que Dios siempre es fiel. 

El apóstol reacciona como un buen líder: pide a los hermanos que se aparten de los infieles. Es decir, no hay un rechazo hacia ellos, pero considerando que ya se había trabajado mucho por ellos y estos insistían en la desobediencia, apartarse de ellos era un recurso y un llamado para que revisen su proceder.

Pablo también advierte a los que andan de manera desordenada y se entrometen en la vida ajena. ¿Por qué será que hay quienes se interesan en la vida de otros y que todo el tiempo viven del chisme? Tal vez porque no tienen nada que hacer, les sobra el tiempo y lo emplean mal. Por eso, el mejor remedio es que esas personas se ocupen de algo productivo, que trabajen, que cumplan sus deberes; pues quienes son cuidadosos en el cumplimiento de sus tareas no encontrarán tiempo para entrometerse en la vida ajena. 

En cierta oportunidad, el renombrado psiquiatra Charles Menninger recetó lo siguiente: “Salga de su casa, cierre la puerta con llave, cruce la calle, busque a alguien que necesita ayuda y haga algo por él”. 

“Tal era el designio de Dios al darnos una parte que hacer en el plan de redención. El concedió a los hombres el privilegio de ser hechos participantes de la naturaleza divina y de difundir a su vez bendiciones para sus hermanos. Este es el honor más alto y el gozo mayor que Dios pueda conferir a los hombres. Los que así participan en trabajos de amor son los que más se acercan a su Creador” (Elena de White, El camino a Cristo, p. 79).

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