El arca del pacto
“Coloca en el arca la ley que te voy a dar” (Éxodo 25:16).
El arca del pacto estaba hecha de madera de acacia y recubierta de oro. Medía un metro y quince centímetros, tanto de longitud como de anchura y 70 centímetros de altura. Sobre el arca estaba el propiciatorio. Esta palabra significa “el asiento de la misericordia de Dios”. El propiciatorio tenía dos querubines con sus alas extendidas sobre el arca. El arca se encontraba en el Lugar Santísimo. Este mueble era sin duda el más especial de todos, ya que representaba el trono de Dios. Lo que hacía especial al arca era que en su interior estaban las dos tablas de piedra con los Diez Mandamientos. Después, Dios indicó colocar una fuente de maná para que las futuras generaciones conocieran cómo Dios los sostuvo cuarenta años durante su trayecto a Canaán (Éxo. 16:32-34), y la vara de Aarón que retoñó y dio flores y almendras (Núm. 17:8). ¿Qué nos enseña lo que había dentro del arca? Nos muestra que el trono de Dios se fundamenta en su Santa Ley, que es eterna; el maná nos recuerda que Dios nos da todo lo que necesitamos; la vara que reverdeció significa que Dios puede dar vida nueva y producir fruto en cada persona.
Una vez al año, el sumo sacerdote entraba a este lugar y esparcía la sangre de la víctima para borrar los pecados del pueblo acumulados durante todo el año. El arca con la Ley implica la justicia de Dios, y el propiciatorio nos habla de su misericordia. Así como Israel, nosotros desobedecimos la Ley, pero las buenas noticias son que nos refugiamos bajo las alas de los querubines, y encontramos misericordia. La sangre nos recuerda que, gracias a la muerte de Cristo, podemos ser amigos de Dios.
La nube que conducía a Israel paraba sobre el arca del pacto. Cuando Dios quería que el pueblo avanzara, la nube se movía y “El arca de la alianza del Señor iba delante de ellos, buscándoles un lugar donde descansar” (Núm. 10:33). Cuando permitimos que la Ley de Dios nos guíe, sin duda nos irá bien y tendremos descanso.
