Adentrarse
«Confía en el Señor con todo tu corazón; no dependas de tu propio entendimiento»
(Prov. 3:5, NTV).
Hace años, tomé un curso de escritura creativa en la Universidad de Hertfordshire, Inglaterra. Disfruté las clases, excepto por un detalle: al profesor le gustaba preguntarnos, al empezar cada lección, qué tipo de historia íbamos a escribir y cómo iba a terminar. Yo nunca sabía qué decir. ¿Cómo saber cómo va a terminar una historia antes de escribirla? Una historia es como un río: se abre camino a medida que fluye. Como escribe Madeleine L’Engle en Walking on Water [Caminar sobre el agua], hay una similitud entre escribir una historia y conocer a Jesús: «Lo que nos sentamos a escribir y lo que terminamos escribiendo puede ser muy diferente; así como el Jesús que alcanzamos a entendery el que nos alcanza pueden ser diferentes también». Nuestra relación con Jesús es como un río: va creciendo y ganando caudal a medida que avanza.
Dios es más grande de lo que imaginamos o comprendemos. Seguirle implica estar dispuestas a desaprender ideas erróneas y restrictivas, como sucedió con los discípulos camino a Emaús. ¡Si hay algo de lo que podemos estar seguras es que nuestra historia no será como pensábamos! Jesús trasciende los conceptos teológicos con los que nos sentimos cómodas, nuestras preferencias musicales, nuestro sentido común… Si seguirá Jesús note desafía intelectual, emocional y socialmente, algo está mal: o bien lo estás siguiendo desde la orilla, sin adentrarte en su bondad, o estás siguiendo a otro, un mesías falso, un ídolo. Como escribe Anne Lamott en Pájaro a pájaro: «Puedes estar seguro de que has creado a Dios a tu propia imagen cuando resulta que Dios odia a las mismas personas que tú odias». Si Dios está de acuerdo con todas tus opiniones, todo el tiempo, algo está mal.
Todavía me acuerdo que, cuando estaba aprendiendo a nadar, mi mamá se paraba en la parte profunda y me animaba a zambullirme. Ella se iba un poco más lejos cada vez, forzándome a ir más allá, donde ya no hacía pie. En esta aventura de fe que es la vida, Dios nos llama desde lo profundo, invitándonos a adentrarnos, obligándonos a depender de su sabiduría y no de las puntas de nuestros pies. Dios promete estar siempre a nuestro lado. Si se lo permitimos, escribirá una historia mucho mejor de la que podríamos imaginar.
Señor, confío en ti y no en mi propio entendimiento. Hoy estoy dispuesta a adentrarme, a ir más lejos que ayer, porque sé que estás conmigo.