¡Dios es confiable!
“Señor todopoderoso, ¡felices los que en ti confían!” (Salmo 84:12).
“¡Ven, hija!”
Cuando el padre de Débora se le acercó, un torbellino de recuerdos pasó por su mente. Recordó cuando él le había enseñado a nadar. A menudo la ayudaba con sus tareas escolares. Trabajaba arduamente para que ella y su hermano tuvieran ropa y buena comida en casa. Él era quien los llevaba a la escuela todas las mañanas. Cierta vez, cuando era muy pequeña, se cayó y se lesionó la rodilla. Tuvieron que inmovilizar toda su pierna. Su padre la llevaba a todas partes. Y también estuvo aquella vez en que evitó que fuera atropellada por un automóvil. ¡El padre de Débora era maravilloso! Sin duda, ella podía confiar en él. ¡Podía confiar en su amor y su cuidado!
Aun así, en aquella empinada subida a una de las colinas más grandes del Brasil, Débora tuvo miedo de extenderle la mano a su padre.
“¡Puedes confiar en mí, hija! ¡Te sostengo!”, le aseguró él.
¿Cuántas veces has actuado como Débora? Nuestro Padre celestial envió a su único Hijo a morir, y así te dio la oportunidad de tener vida eterna. Él cubre todas tus necesidades y responde a tus oraciones. Dios ya te ha dado toda la evidencia de que es poderoso, te ama y se preocupa por ti. Por eso, cuando atravieses una situación difícil, no tengas miedo de confiar en él por completo.
¡Dios es completamente digno de confianza! Repite esto una vez más: ¡Dios es digno de confianza! Cuando estés en problemas, en lugar de mirar el problema, intenta fijar tus ojos en Dios y acercarte a él.