De lo simple a lo extraordinario
“Si saludan solo a sus amigos, no hacen nada extraordinario. ¡Hasta los que no creen en Dios hacen eso!” (Mateo 5:47, TLA).
¿Acostumbras ser cordial y bondadoso con todos? ¿O solo eres amable con tus amigos? El saludo es un gesto universal de cordialidad. La forma de hacerlo depende de la costumbre de cada lugar, pero siempre será un acto de bondad hacia los demás.
Quiero contarte la historia de un hombre que trabajaba en una fábrica de alimentos. Su trabajo consistía en empacar productos congelados. Entraba y salía de un gran congelador. Un día, terminando su horario de trabajo, entró al congelador para colocar los últimos paquetes. Mientras, apurado, ordenaba los productos, tras de él se escuchó “bum”. ¡Oh, nooo!
Era la hora de salida y alguien, sin haberlo visto, cerró la puerta, y lo dejó atrapado dentro del congelador. Golpeó la puerta con toda la fuerza que tenía, intentó abrir por dentro, empezó a gritar, pero nadie lo escuchaba. Todos los trabajadores se habían retirado a sus casas, y era imposible que alguien lo escuchara gritar o golpear. Intentó abrigarse, pero debido a las horas que llevaba dentro del refrigerador, empezó a sentir que el corazón se le paralizaba. Se acurrucó en una esquina y, ya al borde de la muerte y sin ninguna esperanza de vida, a lo lejos escuchó abrirse la puerta. No tenía fuerzas ni para levantar la cabeza, pero con el último aliento, sintió que alguien lo abrigaba y sacaba rápidamente.
¿Quién lo encontró? ¿Cómo hizo para encontrarlo? ¿Coincidencia? ¡Claro que no! Al preguntarle al guardia de seguridad, él respondió:
–Trabajo en esta empresa desde hace muchos años y muchos trabajadores entran y salen todos los días, pero este hombre es el único que me saluda cada mañana y se despide de mí cada tarde. Hoy él me dijo: ‘¡Buenos días!’ a la entrada, pero nunca escuché: ‘¡Hasta mañana!’ Al no haberse despedido de mí, pensé que debía estar en problemas, por lo que me apuré a buscarlo.
La bondad de este hombre mediante un simple saludo fue lo que marcó la extraordinaria diferencia. Este hombre jamás imaginó que este simple acto de bondad salvaría su vida. ¿Quieres hacer algo extraordinario? Empieza con pequeños detalles de bondad para con quienes te rodean.
Magaly