Viernes 12 de Agosto de 2022 | Matutina para Mujeres | La hermosura de Jehová

La hermosura de Jehová

“Una cosa he demandado a Jehová, esta buscaré; que esté yo en la casa de Jehová todos los días de mi vida, para contemplar la hermosura de Jehová, y para inquirir en su templo” (Sal. 27:4).

A veces, en el afán de corregir la tendencia a idolatrar la apariencia, desmerecemos completamente la importancia de nuestro cuerpo y nuestra belleza física. Aunque es cierto que el carácter de una persona es sumamente importante, no somos espíritus atrapados en una especie de caparazón. La idea dualista de que el cuerpo (incluida su apariencia) es “malo y peligroso” y el espíritu es “bueno y santo” no es bíblica. En realidad, esta es una herejía introducida en el cristianismo por los gnósticos. Dios diseñó a Adán y a Eva con cuerpos capaces de distinguir colores, sabores, fragancias, sonidos y texturas. Por si cabía alguna duda de cuáles eran sus intenciones, Dios rodeó a la primera pareja de una belleza natural exótica y desbordante. Imagina la atracción que debió haber sentido Adán al mirar a Eva por primera vez… ¡Dios planeó eso deliberadamente! Que disfrutemos de la belleza no es un error ni un accidente, ¡Dios nos diseñó así a propósito!

La belleza física que recibimos y la atracción que somos capaces de sentir son fantásticos regalos de Dios. No hay nada malo en ellos. Tenemos un problema solamente cuando estos dones adquieren una dimensión desproporcionada. Así como sucede con el dinero, la inteligencia o el poder, el problema no son los regalos, sino el rol que permitimos que ocupen en nuestra vida. Por poderosa que sea, la belleza física es solo un tenue reflejo de la belleza de Dios. Es como un cartel luminoso, como una flecha que apunta hacia la belleza eterna e incorruptible de nuestro Creador. David comprendía esto claramente, por eso oró pidiendo que se le permitiera “contemplar la hermosura de Jehová” (Sal. 27:4). ¿Te diste cuenta? David no oró pidiendo ver menos belleza, sino más. Él entendió que el secreto estaba en mirar hacia donde apuntaba la flecha. El secreto está en contemplar la belleza de Aquel que pone toda otra belleza en perspectiva. Esta belleza “tiene el poder de liberar nuestro corazón de las garras de la fealdad moral y espiritual,” escribe Sam Storms en One Thing [Una cosa], y “forja en nosotros un afecto que ningún otro poder terrenal puede vencer”.

Señor, te agradezco por crear la belleza y la atracción. Te agradezco porque todo lo que es hermoso tiene tus huellas; es una pista que nos dirige hacia ti. Permíteme ver la hermosura de tu gracia y de tu amor hoy, para que toda otra belleza esté en perspectiva.

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