“Los israelitas llamaron maná a lo que recogían. Era blanco, como semilla de cilantro, y dulce como hojuelas con miel” (Éxodo 16:31).
Marca la respuesta correcta
- Blanco.
- Amarillo.
- Gris.
¿Te gusta la miel o lo que es dulce? ¿Te gustaría levantarte un día y que llovieran dulces de miel del cielo?
Sería increíble, ¿verdad? Pues tengo que decirte que durante los cuarenta años que los israelitas estuvieron en el desierto, Dios hizo que cayera maná del cielo todos los días de la semana, excepto el sábado. Solo tenían que recoger lo que se iban a comer ese día, porque si recolectaban más se echaba a perder, es decir, al día siguiente estaba podrido. Pero el sexto día de la semana tenían que recoger el doble, porque el séptimo día no caía.
De esa forma, Dios quería hacerles recordar a los israelitas la importancia del sábado como un día especial para recordar y adorar al Creador.
Dios les dio el maná que necesitaban cada día para comer en medio del desierto. A través del milagro del maná, Dios mostró su poder y su amor ¡durante cuarenta años! Muchos aprendieron a confiar en él, pero otros mostraron su ingratitud y se quejaron por comer siempre lo mismo.
¿Te has quejado alguna vez porque tu mamá siempre cocina lo mismo o porque tu papá no te compra lo que tú quieres para comer?
Cuando ese pensamiento desagradecido venga a tu mente, piensa en aquellas personas que no tienen nada que comer e incluso buscan en las basuras lo que otros no quieren.
Pídele a Jesús, en tu Diario de Oración, que te ayude a ser agradecido y prepara algo de comer para alguien que vive en la calle y no tiene nada que comer hoy.
