“¿Hasta cuándo?”
“Entonces oí una voz del cielo, que me decía: ‘Escribe esto: Dichosos de aquí en adelante los que mueren unidos al Señor’. ‘Sí, dice el Espíritu, ellos descansarán de sus trabajos, pues sus obras los acompañan’ ” (Apoc. 14:13).
Cuando el Cordero abre el quinto sello, Juan ve a todos los que sufrieron persecución religiosa “por causa de la Palabra de Dios” (Apoc. 6:9, NVI). Se encuentran debajo de un altar celestial, y claman, diciendo: “¿Hasta cuándo, Soberano Señor, santo y veraz, seguirás sin juzgar a los habitantes de la tierra y sin vengar nuestra muerte?”
Los sellos dos al cuatro representaban a los opresores, pero ahora el quinto sello representa a los oprimidos y su clamor por justicia. Su pregunta se hace eco de la interrogante “¿Cuánto tiempo?” que se presenta en Daniel 8 (NTV), cuya respuesta fue: “Hasta 2.300 tardes y mañanas. Después de eso, el santuario será purificado” (Dan. 8:14). Esa profecía predijo los 2.300 años que transcurrirían desde los días de Daniel hasta el comienzo del juicio al final de los tiempos. En Apocalipsis la respuesta es “un poco más” (6:11, NVI). El quinto sello se hace eco del mensaje dado a la iglesia de Filadelfia, y nos dice que la profecía llega justo hasta un poco antes del tiempo del fin.
¿Y qué significa ese inquietante “cuánto tiempo”? Es un ruego y una exigencia, que nos recuerda que el evangelio no implica solo una salvación, sino una liberación de la opresión. Se trata de hacer justicia frente a la persecución, de restaurar lo que los enemigos de Dios han robado.
Como millones de seres humanos a lo largo de la historia, los mártires de Apocalipsis 6 ruegan a Dios que los rescate. Es un clamor con el que pueden identificarse todos los que han sufrido por hacer lo correcto. En incontables ocasiones y de infinitas maneras, Dios ha parecido ausente mientras sus hijos sufren. Pero Apocalipsis 6 nos asegura que está al tanto de todo el sufrimiento humano, desde la muerte de Abel, el primer justo que impregnó el suelo con su sangre. Dios conoce tu sufrimiento y no lo dejará sin respuesta para siempre.
Aunque por causa de su fidelidad muchos sufrieron el martirio y la muerte, Dios no los ha olvidado. En Apocalipsis 14:13 les pide que descansen un poco más, en el sueño de la muerte. Pero su historia no termina allí. Nos encontramos con estos mártires nuevamente en Apocalipsis 20:4, ya resucitados, reinando con Cristo en el cielo, e investidos de autoridad para participar en el juicio de sus opresores.