Viernes 27 de Agosto 2021 | Matutina para Jóvenes | Un encuentro en el fiordo

Viernes 27 de Agosto 2021 | Matutina para Jóvenes | Un encuentro en el fiordo

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Un encuentro en el fiordo

“Los discípulos no salían de su asombro, y decían: ‘¿Qué clase de hombre es este, que hasta los vientos y las olas le obedecen?’ ” (Mat. 8:27, NVI).

Nicolás, Karina y Denis se encontraban sirviendo como voluntarios en el colegio adventista de Noruega.

Un fin de semana, los invitaron a visitar una cabaña en un fiordo al oeste del país. Como estaba muy alejada, tenían que ir en una lancha particular. Había que entrar a un brazo del fiordo y llegar a una especie de cajón en la montaña.

El domingo temprano, tenían que regresar y, al comenzar el viaje, se encontraron con que las aguas en la primera parte estaban calmas. Pero al llegar al brazo del fiordo, había mucho viento. La pequeña lancha iba rebotando sobre el oleaje.

Al salir al fiordo, en el último tramo, estaban mucho más expuestos: las olas llegaban a casi tres metros de altura y eran muy irregulares. Tenían que dirigirse a la derecha y las olas venían desde la izquierda. Lo más probable era que la lancha se diera vuelta.

Habían llegado a un punto sin retorno y se hacía muy difícil maniobrar. El que conducía tenía experiencia, pero nunca se había enfrentado a un mar tan embravecido.

Además, estaba por comenzar el invierno y el agua estaba muy fría. Aunque tenían chalecos salvavidas, si caían no aguantarían las bajas temperaturas, ni podrían hacer mucho esfuerzo por salir a flote.

No había forma de pedir auxilio. Todos comenzaron a orar en silencio y, para darse ánimo, comenzaron a cantar: “Los vientos, las ondas oirán tu voz: Haya paz…”

Se sentían totalmente indefensos. Eran conscientes de que no había nada que pudieran hacer para mejorar o cambiar la situación. Nico me contó que, lo que más le preocupó en ese momento, fue pensar que quizá su vida espiritual no estaba en los mejores términos. Dedicó un rato a orar y a arreglar las cuentas con Dios. Estaba dispuesto a que fuera su fin, pero quería estar bien con Dios. Finalmente, sintió paz a pesar de la situación. La calma llegó a su corazón como también a las aguas. Llegaron bien y, aunque empapados, tenían una versión moderna del milagro para contar.

“Lamentablemente, muchas veces tenemos que llegar a puntos como ese para replantearnos las cosas a fondo”, dijo reflexivamente, cuando me contó esta historia.

¿Tú también ves imposible el panorama hoy? ¿No será que Dios te está dando una oportunidad para evaluar cómo están las cosas con él y traerte su paz?

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