Viernes 27 de Enero de 2023 | Matutina para Menores | Abraham y Sara

Abraham y Sara

“La alianza que hago contigo, y que haré con todos tus descendientes en el futuro, es que yo seré siempre tu Dios y el Dios de ellos” (Génesis 17:7).

Todos los nombres, en la Biblia, tienen un significado y hacen referencia a ciertas características de quienes los poseen. A partir de ahora, dejamos atrás a Abram y Saraí para conocerlos como Abraham y Sara. Dios quería recordarles, por improbable que fuera, que ellos serían padres. En realidad, la connotación de sus nuevos nombres les recordaría el propósito primordial de por qué Dios los había llamado hacía ya 24 años. Cada vez que escucharan sus nombres recordarían el gran plan de Dios para sus descendientes.

Mientras que Abram significa “padre exaltado”, Abraham quiere decir “padre de muchedumbres”. ¿Te imaginas a Abram convocando a sus más de 300 siervos para informarles que ya no deben llamarlo Abram, sino que desde ese día deben llamarlo Abraham? Su nombre parecía una burla a su condición. ¿Acaso un anciano de 99 años como él podría convertirse en padre de muchedumbres, cuando solo tenía un hijo? El hijo era Ismael, y no era el hijo de la promesa.

Por otra parte, imagina a Saraí diciéndole a Agar que ya no la llame así, sino Sara, que significa “princesa”. No creo que a Agar le gustara mucho llamarla así después de haber sido maltratada. Más bien, Agar pudo burlarse de ella una vez más, pues Saraí era una mujer de 89 años y sin hijos.

Lo importante es que Dios les dio un nuevo nombre por dos razones: primero, significaba una nueva oportunidad y un nuevo comienzo para ambos. A pesar de su errores, sus dudas y de cómo habían tratado de ayudarlo a Dios, el Señor les recordó el pacto que había hecho con ellos. En segundo lugar, sus nuevos nombres serían un recordatorio permanente de que el plan de Dios era único, la nación que se establecería a través de sus descendientes sería especial y el rey esperado sería inigualable.

Si te has equivocado en el pasado, Dios no te abandona. Te da una nueva oportunidad. Siempre está dispuesto a establecer un nuevo pacto contigo, porque es misericordioso y fiel. Te recuerda que, como cristiano, estás muy cerca del nombre que es sobre todo nombre: Jesucristo.

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