¿Original o falsificado?
“Sabemos también que el Hijo de Dios ha venido y nos ha dado entendimiento para conocer al Dios verdadero. Vivimos unidos al que es verdadero, es decir, a su Hijo Jesucristo. Este es el Dios verdadero y la vida eterna” (1 Juan 5:20).
La piratería es un delito. Aun así, todos los días se comercializan alrededor del mundo productos pirateados, como ropa, zapatos, libros, juegos, e incluso medicamentos. Los productos ilegales no respetan las normas técnicas de seguridad, lo que puede ser perjudicial para la salud y estropearse fácilmente. Y, cuando eso sucede, no es posible hacer un cambio o un reclamo, porque la mayoría de ellos no tienen ninguna garantía. Pero ¿sabes por qué, aun así, la gente sigue comprando estos productos de segunda? ¡El precio! Son mucho más baratos que los originales. El problema es que “lo barato puede salir caro”; al fin y al cabo, los productos falsos pueden incluso ser similares a los reales, pero tienen mala calidad, poca durabilidad y muy poca resistencia.
Desafortunadamente, hay mucha gente acostumbrada a comprar productos falsos. Y lo peor es cuando esta costumbre se traslada a la vida espiritual. Muchos sienten que está bien adorar dioses falsos en lugar del Dios verdadero.
La idolatría es pecado (Éxodo 20:4-6). Es posible que lo sepas, y que nunca te hayas arrodillado ante estatuas ni hayas adorado dioses de madera y bronce. Sin embargo, ten cuidado con los falsos dioses modernos (Marcos 13:22). Pueden venir disfrazados de videojuegos, películas, series, e incluso libros.