Un ladrón que se sentía culpable
«Señor, Señor, si tuvieras en cuenta la maldad, ¿quién podría mantenerse en pie? Pero en ti encontramos perdón, para que te honremos» (Salmo 130: 3, 4).
Cierta vez un hombre que vivía solo volvió a casa tras unos meses de ausencia y, para su sorpresa, descubrió que alguien había entrado a robar. El ladrón había amontonado las cosas en la sala para elegir a su gusto.
Pero algo llamó especialmente la atención del dueño. En aquel estante de la sala había un busto de Cristo con la corona de espinas, el cual en lugar de mirar hacia la sala como lo había dejado, ahora estaba vuelto hacia la pared. Era evidente que el ladrón no pudo soportar que aquellos ojos de yeso contemplaran lo que hacía. Trató de huir de la voz de su conciencia, volviendo hacia la pared el rostro triste de aquella imagen.
Esto ilustra muy bien los esfuerzos del ser humano por esconderse de la presencia de Dios. En la antigüedad, Jonás «trató de huir del Señor», embarcándose con rumbo a la lejana Tarsis. Saulo de Tarso intentó acallar la voz de su conciencia manifestando un celo irracional por su religión. Pilato trató de ahogar su conciencia lavándose las manos. Y Judas pretendió liberarse de su terrible culpa suicidándose.
Sin embargo, Jonás descubrió que ninguna distancia podía alejarlo del Espíritu de Dios. Pablo comprendió que por muy ocupado que estuviera en los asuntos de su religión, no estaba fuera del alcance de Dios. Pilato descubrió que el agua no puede lavar la conciencia. Y el insensato Judas volverá a encontrarse con Aquel a quien traicionó. Ya lo decía el salmista: «¿A dónde podría ir, lejos de tu espíritu? ¿A dónde huiría, lejos de tu presencia? Si yo subiera a las alturas de los cielos, allí estás tú; y si bajara a las profundidades de la tierra, también estás allí» (Salmo 139: 7, 8).
Entonces, ¿no sería mejor dejar de huir de la presencia de Dios y empezar a andar en la dirección correcta? Pide perdón por tus errores del pasado y decide poner hoy tu vida en las manos de Dios. Barclay señala: «El arrepentimiento significa la inversión de la dirección de la vida a fin de mirar a Dios de frente» (The Mind of Jesus, p. 44). Hoy tienes la oportunidad de renovar tu vida con Jesús. ¿Lo harás?