La decisión de Ishshá
“¡Ahora escucha! En este día, te doy a elegir entre la vida y la muerte, entr¡ la prosperidad y la calamidad. Pues hoy te ordeno que ames al Señor tu Dios y cumplas sus mandatos, decretos y ordenanzas andando en sus caminos. Si lo haces, vivirás”. (Deuteronomio 30:15-16).
Me atrevo a pensar que no era la primera vez que andaba cerca de aquel peligroso lugar. Su enemigo la había observado y sabía cómo hacerla caer. Finalmente, la trampa estaba lista y ella pasó demasiado cerca. Mirándolo con curiosidad y admiración, se preguntaba por qué Dios les había prohibidc comer el fruto de aquel árbol. Conocía la voz de Dios, pero esta voz que pronunciaba su nombre era distinta y, cual canto de las sirenas, atrajo cada vez más su atención. “Sí, dime”, puedo oírla contestar tímidamente, mientra busca entre las ramas de dónde proviene la voz. Con un movimiento, la serpiente está frente a ella y ha iniciado un peligroso diálogo. ¿Cómo podía ser posible?
Una vez consciente del peligro, tenía dos opciones: Huir de aquel lugar o seguir hablando con la serpiente. En un principio, trató de defender a Dios con sus pobres argumentos, pero desconocía que Dios no necesita que seamos sus abogados; él solo pide que le obedezcamos por amor. Nuestras decisiones siempre tendrán un impacto en las personas que nos rodean. Muchos piensan: “Yo soy así y a nadie le afecta”. Pero sí afecta. Lo positivo o negativo de cada acción tiene un impacto en nuestros familiares, amigos, vecinos y compañeros de escuela o trabajo.
Cierto día mi esposo llegó del trabajo y estacionó el auto frente a la casa. Repentinamente, un mango cayó sobre el parabrisas. Al ver el lugar del impacto, noté que del centro a unos cincuenta centímetros de donde el mango había chocado, el cristal estaba cuarteado en diferentes direcciones. Al pasar los días, las grietas se expandieron más.
A casi seis mil años de aquella decisión de Eva, la Tierra sigue agrandando las grietas de maldad, de odio, de valores degradados y de leyes divinas violentadas. Las decisiones que tomes hoy esparcirán vida o muerte. Ishshá, quien después del pecado recibiera su nombre Eva, vio tangible y espantosamente los resultados de su decisión. “Cuando vieron en la caída de las flores y las hojas los primeros signos de la decadencia, Adán y su compañera se apenaron más proñindamente de lo que hoy se apenan los hombres que lloran a sus muertos”.1
Querida amiga, pidamos a Dios sabiduría para que nuestras decisiones tengan resultados para vida.