Domingo 25 de Diciembre de 2022 | Matutina para Adolescentes | La Tregua de Navidad

Tropas británicas y tropas alemanas conviviendo

La Tregua de Navidad

“Porque un niño nos ha nacido, ¡un hijo nos ha sido concedido! […], y su nombre será […] ‘Príncipe de paz’. La extensión de su imperio y la paz en él no tendrán límite…” (Isaías 9:6, 7, RVC).

Diciembre de 1914. Cinco meses de guerra. Se les había asegurado a todos que, para Navidad, el conflicto ya habría terminado… No podían saber que se prolongaría durante cuatro largos y sangrientos años. En junio, un estudiante servobosnio había asesinado al heredero del trono austrohúngaro, lo que desencadenó una serie de acontecimientos que dio inicio a la Primera Guerra Mundial. Para finales de agosto, los países estaban inmersos en una lucha como nunca se había visto antes: la guerra de trincheras. En el frente de batalla, los soldados estaban separados, a veces, por menos de treinta metros, viviendo en trincheras barrosas e insalubres, excavadas en el suelo. Entonces, ocurrió uno de los acontecimientos más insólitos de la historia militar: la Tregua de Navidad.

Esa Nochebuena de 1914, cesó el fuego y las tropas británicas empezaron a escuchar a unos cuantos soldados enemigos cantando un villancico que pronto sonó a lo largo de toda la línea alemana al unirse otros soldados: “Stille Nacht, heilige Nacht”. Los británicos reconocieron inmediatamente la melodía de Noche de Paz. En el silencio que siguió, se escuchó a los alemanes gritar en inglés: “­Mañana es Navidad, si ustedes no pelean, nosotros tampoco”. Entonces, sonó otro villancico, esta vez desde las trincheras británicas. Así fue pasando la noche; y temprano al día siguiente, los soldados británicos y alemanes, uno a uno, empezaron a salir, desarmados, para aventurarse en “Tierra de Nadie”, esa pequeña parcela de tierra que se encontraba entre las trincheras de los dos bandos. Los antes soldados enemigos se sentaron juntos, intercambiaron pequeños regalos de sus escasas pertenencias, compartieron comida, e incluso jugaron a la pelota. Hombres que solo unas horas antes habían disparado a matar compartían ahora las festividades navideñas y se mostraban mutuamente fotos familiares.

La tregua terminó a las 8:30 del 26 de diciembre. Después de una noche verdaderamente silenciosa, el capitán C. I. Stockwell, de los Royal Welsh ­Fusiliers, hizo tres disparos al aire y mostró un cartel que decía “Merry Christmas”. Un oficial alemán, que había intercambiado regalos con el capitán Stockwell el día anterior, apareció en el borde de su trinchera, se inclinó e hizo dos disparos al aire. La guerra había comenzado de nuevo.

Cuando Jesús vino a la tierra aquella noche hace tanto tiempo, los ángeles prometieron que traería paz a los hombres. Su vida y su muerte en la cruz garantizaron esa promesa. Pronto vendrá de nuevo y, cuando lo haga, no habrá más guerra. Por fin, y para siempre, habrá paz en la tierra.

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