Domingo 28 de Noviembre de 2021 | Matutina para Jóvenes | Puertas modernas

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Puertas modernas

“El Dios del cielo nos concederá salir adelante. Nosotros, sus siervos, vamos a comenzar la reconstrucción” (Neh. 2:20, NVI).

Aunque tengan miles de años de antigüedad, las puertas que se reconstruyeron en la muralla de Jerusalén cuando Nehemías volvió junto al pueblo tienen muchas lecciones que podemos aplicar en la actualidad.

El pueblo de Israel tuvo que hacer un viaje espiritual al atravesar cada una de estas puertas mencionadas en Nehemías 3. Te invito a que, de forma personal, estudies qué significaban, para qué eran usadas y cómo puedes en tu vida restaurar también esas cosas que ellas representaban. Eran: la puerta de las Ovejas (vers. 1), la de los Pescados (vers. 3), la Vieja (vers. 6), la del Valle (vers. 13), la del Basurero (vers. 14), la de la Fuente (vers. 15), la del Agua (vers. 26), la de los Caballos (vers. 28), la oriental (vers. 29), y la de la Inspección (vers. 31).

La tarea encomendada a Nehemías no era fácil, pero él puso todo su empeño, liderazgo y entusiasmo en cumplir su cometido, y el pueblo se unió a trabajar sin importar la edad ni el estatus social. Tanto los sacerdotes, como los príncipes y gobernadores, así como los niños, participaron de uno de los trabajos comunitarios más grandes que se hayan realizado. Algunos incluso repararon más de lo que tenían asignado. Te recomiendo la lectura del libro Pásame otro ladrillo, de Charles Swindoll, con lecciones especiales para el liderazgo.

Antes de comenzar, Nehemías hizo un estudio de campo; recorrió la ciudad de punta a punta. Y muchas veces nos quedamos estacionados en esa parte de la historia. Reconocemos la situación calamitosa de algunas áreas de la iglesia, y nos conformamos con hacer un informe detallado de todo lo que está mal.

Pero Nehemías no se quedó ahí. Si bien su discurso respecto a esto era vehemente, no era un fin en sí mismo, sino un medio para cumplir la misión. Elena de White nos dice que, gracias a su determinación contagiosa, cada hombre se convirtió en un Nehemías y “contribuyó a fortalecer el corazón y la mano de su vecino” (Profetas y reyes, p. 471). ¡Qué hermoso sería que pudiera decirse lo mismo de nosotros!

El secreto de Nehemías era que elevaba constantemente su corazón a Dios y sus palabras de ánimo corrían con eco a lo largo de toda la muralla. Imitemos a Nehemías y usemos su secreto. Hay mucho para reconstruir hoy.

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