Reposo semanal y eterno
“Las obras suyas estaban acabadas desde la fundación del mundo, pues en cierto lugar dijo así del séptimo día: ‘Y reposó Dios de todas sus obras en el séptimo día’ […]. Porque él que ha entrado en su reposo, también ha reposado de sus obras, como Dios de las suyas” (Hebreos 4:3, 4, 10).
Pablo ilustra el reposo eterno recordando el mandamiento del reposo semanal. Sabemos que el séptimo día es el sábado. Cristo, al establecerlo como monumento recordativo de la Creación, hizo tres cosas que no había hecho con los demás días: reposó de su obra creadora, lo bendijo y lo santificó; es decir, lo puso aparte para una obra sagrada.
Por un lado, el reposo de Dios al concluir su obra creadora; y por otro lado, el reposo de su pueblo celebrando la Creación y adorando al Creador. Si el pueblo no entra en este reposo, desobedece el mandato del Señor. Ese cesar del trabajo de parte del hombre es para encontrarse de manera íntima con aquel que cesó de su obra creadora.
Y este encuentro de reposo y adoración es anticipo del reposo eterno. La entrada al reposo semanal es una señal de fe y de obediencia; y sin estas dos, que en realidad son una sola, es imposible entrar en el reposo eterno, tan imposible como fue para la generación incrédula entrar en el reposo de la Tierra Prometida.
La familia de Alcir Parizotto vive en Pinto Bandeira, en el Estado de Rio Grande do Sul, Brasil. Allí, tienen una chacra de duraznos. Ellos conocieron el mensaje adventista por un programa televisivo del pastor Bullón. Después de dos años de escuchar por la televisión el mensaje adventista, fueron a la Iglesia Central de Bento Gonçalves. Finalmente, tomaron y concluyeron los estudios bíblicos, y fueron bautizados por el pastor Herbert Boger.
Su primera cosecha de duraznos fue su prueba de fe y de fuego, porque en la cosecha se trabaja 24 horas al día y 7 días de la semana. Los vecinos los trataron de locos cuando se enteraron de que ellos no cosecharían desde el viernes a la puesta de sol hasta el sábado a la puesta de sol. No obstante, por la gracia y un milagro de Dios, terminaron su cosecha junto a todos los demás, sin ser afectados en nada. Ellos respetaron el reposo semanal requerido por el Señor y adoraron a Dios fielmente.
Si lo reconocemos como Creador, lo aceptamos como Salvador y lo adoramos como Señor, pronto lo recibiremos como nuestro Restaurador; porque quienes viven aquí en el reposo semanal en breve entrarán en el reposo eterno.
Amén. Alo a Jesús.