“Ni se hallará engaño en su boca”
“El remanente de Israel; no cometerá iniquidad, no dirá mentiras, ni se hallará engaño en su boca” (Sofonías 3:13, NVI).
Eva, en su afán por ganarle el punto al diablo, respondió a la exageración de la serpiente con otra exageración: “Podemos comer del fruto de cualquier árbol, menos del árbol que está en medio del jardín. Dios nos ha dicho que no debemos comer ni tocar el fruto de ese árbol, porque si lo hacemos, moriremos” (Gén. 3:2, 3, DHH). No había en la prohibición divina nada relacionado con “tocar”, pero Eva exageró las cosas, le añadió el verbo “tocar” y lo presentó como una orden expresa del Señor. Ya conocemos lo que sucedió después…
¡Qué peligroso es suponer que la exageración es solo un pequeño recurso retórico en el que se agrega algo a lo que es verdadero! Sin duda, la exageración no solo es pecado, sino que fue lo que dio pie a la entrada del pecado en nuestro mundo.
Haríamos bien en recordar las célebres palabras del Señor: “Por tus palabras serás justificado, y por tus palabras serás condenado” (Mat. 12:37). Lo que decimos está labrando, para bien o para mal, nuestra ruta hacia la eternidad. Elena de White señala: “Solo Dios mide y conoce el resultado del modo de hablar descuidado y exagerado” (La voz: su educación y uso correcto, p. 120).
Aunque hemos de admitir que nos cuesta poder “domar la lengua” (Sant. 3:8), Dios ha prometido capacitarnos para que en nosotros no se halle “lengua engañosa” (Sof. 3:13). Ojalá que esta promesa sea una realidad en nuestra vida y digamos “¡no!” a la exageración.
Me gusta muy acertada la meditación que Dios bendiga su palabra y a todo aquel que se esfuerce por conocerle más amén
Que Deus nos ajude!