Cuando Jesús se escondió
«De allí se dirigió Jesús a la región de Tiro. Entró en una casa, sin querer que nadie lo supiera; pero no pudo esconderse». Marcos 7: 24
Siempre me ha llamado la atención el relato de la mujer sirofenicia. Normalmente las personas se concentran en el hecho de que Jesús salió de Israel, otros se concentran en la interacción entre Jesús y la mujer, otros prefieren analizar el milagro que ocurrió a distancia. Todo eso está bien, pero lo que más me llama la atención es la forma en que comienza el relato: Jesús «entró en una casa, sin querer que nadie lo supiera; pero no pudo esconderse».
¿De quién no pudo esconderse Jesús? Un momento… ¿por qué querría Jesús esconderse? Por mi mente cruzan varias posibilidades, pero lo cierto es que «pronto supo de él la madre de una muchacha que tenía un espíritu impuro» (Marcos 7: 25). Aquella mujer tenía una gran necesidad, tenía una hija que necesitaba un milagro. Lo había intentado con los dioses paganos sin ningún resultado; por eso, cuando escuchó sobre Jesús, decidió depositar toda su esperanza en él. Lo buscó y, cuando lo encontró, le dio a conocer su pedido. Aparentemente Jesús se hizo el indiferente «pero aunque Jesús no respondió, la mujer no perdió su fe. Mientras él obraba como si no la hubiese oído, ella le siguió y continuó suplicándole» (Elena G. de White, El Deseado de todas las gentes, p. 372).
¿Alguna vez has sentido que Dios pareciera darte la espalda? ¿Como si se estuviera escondiendo de ti? Hay momentos de la vida cuando todo parece conspirar contra nosotros. Pero a pesar de todo, ella continuó insistiendo, y su actitud me sirve de lección. Si no es Jesús el Salvador, ¿quién más puede ayudarnos?
Esta dama lo buscó y lo encontró, se negó a aceptar sustitutos. Ella insistió, se aferró. Si hay luz, ¿por qué quedarse en la oscuridad? Si hay un cielo ilimitado, ¿por qué contentarse con arrastrarse en tierra? Si los milagros existen, ¿por qué no buscar uno para ti?
@Jesús no pudo esconderse porque esa no es su naturaleza, él no puede resistirse a un corazón que clama con fe, como el de aquella mujer y como el tuyo en este día. Hoy es el mejor día para buscar su ayuda, su protección, su perdón y su bendición. Él no se esconde de los jóvenes que lo buscan.
