Pureza
“No cometas adulterio” (Éxodo 20:14).
Así como el quinto mandamiento, el séptimo está relacionado con el bienestar de la familia. Tiene que ver con la felicidad de los padres porque está relacionado con la pureza en el matrimonio. Dios formó la familia en el Jardín del Edén, e hizo el primer matrimonio entre un hombre y una mujer: Adán y Eva. La unión de las parejas se mantendría a través de la historia para que los habitantes del mundo estuvieran organizados en algo semejante a células. Funcionarían como un equipo de apoyo mutuo. A Dios le interesa que las familias y las parejas permanezcan unidas y felices, ya que son la base de la sociedad. Las parejas felices tienen hijos felices, y la unidad familiar favorece que el conocimiento de Dios se transmita de generación en generación.
Es verdad que ninguno de ustedes está casado por ahora, pero crecerán, podrán casarse y por eso es útil conocer y entender esta verdad desde ahora.
La orden positiva del mandamiento es ser fieles en el matrimonio. Esto significa que las personas que se casan deben cumplir lo que se prometieron. En la boda prometen delante de Dios y de testigos amarse por siempre. Además, prometen que no amarán a nadie más, que siempre se cuidarán, se apoyarán y estarán uno al lado del otro. Esta orden tiene que ver con amar, mirar y compartir la intimidad solamente con la pareja. Dios espera que cuando un hombre y una mujer se casan, estén juntos para siempre, que nunca se separen ni amen a alguien más. Debemos reconocer que el casamiento es una sola vez y es para toda la vida.
Si las personas obedecieran esta orden no habría divorcios, las familias permanecerían unidas y se evitaría mucho sufrimiento. Lo que Dios nos indica siempre es lo mejor y lo más conveniente para cada uno. Obedecer cada punto de la ley nos protege en este mundo más confuso.
Hoy, muchas personas piensan y actúan diferente, y no siguen la Ley de Dios. Pero que sea algo común no quiere decir que sea bueno. Si obedecemos cada indicación de Dios viviremos con la paz y la felicidad que él nos da.
