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«Id, y haced discípulos a todas las naciones, bautizándolos en el nombre del Padre, y del Hijo, y del Espíritu Santo; enseñándoles que guarden todas las cosas que os he mandado; y he aquí yo estoy con vosotros todos los días, hasta el fin del mundo» (Mateo 28:19, 20, RVR 1960).
Raquel abrazó el llamado de ser un testigo fiel de Cristo. Es asombroso el impacto que podemos tener cuando nos convertimos en testigos fieles y llevamos el mensaje de la salvación a quienes lo necesitan. ¿Qué debemos tener en cuenta para ser testigos fieles?
La gran comisión. En Mateo 28:19 y 20, Jesús nos da la Gran Comisión, que nos llama a ir y hacer discípulos en todas las naciones. Ser un testigo fiel significa participar activamente en la misión de compartir el
evangelio y hacer discípulos de Cristo.
La fortaleza del Espíritu Santo. Hechos 1:8 nos enseña que somos habilitados por el Espíritu Santo para ser testigos de Cristo. El poder del Espíritu nos equipa para proclamar con valentía el mensaje de la salvación y ser testigos eficaces en nuestras comunidades y más allá.
Amor y compasión. En 1 Corintios 13:1 al 3, el apóstol Pablo enfatiza la importancia del amor en nuestro testimonio. Sin amor, nuestras palabras y acciones no tienen sentido. Dar testimonio fiel implica proclamar el evangelio, y también hacerlo con un corazón lleno de amor y compasión por los demás.
Nuestro llamado es a compartir el evangelio con valentía, fortalecidos por el Espíritu Santo y motivados por el amor y la compasión. Cuando abrazamos este llamado nos convertimos en instrumentos de la gracia de Dios para guiar a otros a la fe en Cristo. Avancemos, compartiendo con confianza el mensaje de la salvación con el mundo.
Oración: Padre celestial, dame el poder de tu Espíritu para ser un testigo fiel de Cristo.