“El Señor viene con poder”
“¡Miren! Dios el Señor viene con poder, y su brazo dominará. ¡Miren! Ya trae con él su recompensa; ya le precede el galardón” (Isaías 40:10, RVC).
Los adventistas del séptimo día somos los hijos de un grupo de hombres y mujeres que esperaban la segunda venida de Cristo el 22 de octubre de 1844. Como sabemos, el Señor no vino, y la fe de muchos fue zarandeada. Leonard Hastings fue uno de los que tuvo que vivir en carne propia la experiencia del Chasco de 1844. Hastings era un granjero que residía en New Ipswich, New Hampshire.²⁰¹ Tras aceptar el mensaje adventista, Hastings se dedicó por completo a la predicación de la Palabra.
En 1844, como creía fervorosamente en que Cristo vendría aquel 22 de octubre, Hastings decidió no cosechar sus papas. ¿Para qué hacerlo si serían quemadas por el fuego del advenimiento? Muchos de sus vecinos se le acercaron y le pidieron cosechar el tubérculo, pero Hastings se oponía a ello. Dos cosas pasaron ese año: (1) Jesús no regresó a la tierra; (2) una plaga arruinó las cosechas de papas. Como las papas de Hastings habían permanecido bajo la tierra, no se vieron afectadas por la plaga.
¿Y qué pasó con Hastings? Comprendió que los milleritas se habían equivocado con respecto a la fecha de la venida del Señor, sus papas se vendieron a un excelente precio, sus vecinos tuvieron que comprarle sus semillas para la siembra del año siguiente y siguió estudiando la Biblia. Hastings llegó a comprender adecuadamente el cronograma profético de Daniel y Apocalipsis.
La amarga experiencia de octubre de 1844 acabó siendo una bendición para Hastings y su familia. Lo que parecía ser un acontecimiento bochornoso se convirtió en un excelente medio para dar testimonio a la gente de las bondades del Creador. Y es que aunque “muchas son las aflicciones del justo, pero de todas ellas lo librará Jehová” (Sal. 34:19). Hastings comprendió que esa bendición no solo era para él, sino también para todos sus vecinos. Dios premió el testimonio de su fe.
Hastings murió en 1883, pero su fe y su testimonio siguen hablando por él. Muy pronto Hastings y los creyentes de todos los siglos verán el cumplimiento de esta promesa: “¡Miren! Dios el Señor viene con poder, y su brazo dominará. ¡Miren! Ya trae con él su recompensa; ya le precede el galardón” (Isa. 40:10, RVC). Ese día concluirán todos nuestros chascos.
201 Arthur L. White, Ellen G. White: The Early Years: 1827-1862 (Hagerstown, Maryland: Review and Herald Publishing Association, 1985), t. 1, p. 118.