Matutina para Adultos | Jueves 13 de Febrero de 2025 | Paz en la tormenta

Matutina para Adultos | Jueves 13 de Febrero de 2025 | Paz en la tormenta

Paz en la tormenta

«Pero se levantó una gran tempestad de viento que echaba las olas en la barca, de tal manera que ya se anegaba. Él estaba en la popa, durmiendo sobre un cabezal» (Mar. 4: 37,38).

El lago de Tiberiades solía ser tranquilo. Era frecuente atravesarlo de noche, como en el episodio que nos cuenta Marcos (4: 35), porque desde una orilla hasta la otra la travesía duraba unas dos o tres horas con buen tiempo y mar en calma.

Esa vez, rompió una tempestad repentina sobre el lago y la barca en la que navegaban los discípulos, azotada por las olas, estaba a punto de hundirse. Varios de los discípulos, expertos pescadores, habían hecho todo lo que sabían para salvar la nave. Pero ahora, vencidos por la fatiga, estaban al borde de la desesperación. Mientras, increíblemente, Jesús dormía.

El mar, con el constante ir y venir del oleaje, de la borrasca a la calma, es una imagen bastante grafica de nuestra inestabilidad anímica, de nuestros propios vaivenes personales. Al mismo tiempo, esa barca frágil, llevada de acá para allá por vientos y mareas, a veces avanzando confiada y a veces arrastrada por la corriente o a punto de naufragar, es también una imagen realista de nuestra propia vida, vapuleada por las circunstancias, sacudida por imprevistos, contratiempos y temporales. Una barca en la que no siempre es fácil dominar el timón para conducirla por donde debiera. ¿Por qué una tormenta común desestabiliza a unos creyentes como los discípulos, aun teniendo a Cristo con ellos?

Cuando las olas de los problemas nos anegan, es hora de orar, es decir, de » despertar» a ese Jesús que está con nosotros y de pedirle ayuda.

Hoy, como entonces, Jesús también está con nosotros en nuestra personal travesía, pero no para evitarnos tempestades, sino para ayudarnos a superarlas. Está con nosotros en la tormenta, pero no para eliminar olas o rayos, sino para darnos fe, fuerza valor para hacerles frente. Está con nosotros en el barco, pero no para remar en nuestro lugar.

Jesús todavía hoy es capaz de reprender al viento y al mar, hacer cesar la tempestad y devolvernos la calma, para que lleguemos en paz, sanos y salvos a nuestro destino. Está con nosotros para asegurarnos que la barca llegará a la orilla, quizá sin parte de su cargamento, quizá incluso sin mástil ni velas, pero sin perder a ninguno de los que hayamos querido seguir el viaje por los mares de esta vida, con él hasta el fin.

Jesús, para no zozobrar, para no desfallecer, me basta con saberte a mi lado, aunque te crea dormido.

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