Matutina para Adultos | Lunes 26 de mayo de 2025 | Un sábado liberador

Matutina para Adultos | Lunes 26 de mayo de 2025 | Un sábado liberador

Escuchar esta entrada:

Matutina para Adultos

«Aconteció que un sábado Jesús entró a comer en casa de un gobernante fariseo, y ellos lo acechaban. Y estaba delante de él un hombre hidrópico. Entonces Jesús habló a los intérpretes de la Ley y a los fariseos, diciendo: «¿Es lícito sanar en sábado?». Pero ellos callaron. Él, tomándolo, lo sanó y lo despidió. Y dirigiéndose a ellos, dijo: «¿Quién de vosotros, si su asno o su buey cae en algún pozo, no lo saca inmediatamente, aunque sea sábado?». Y no le podían replicar a estas cosas» (Lucas 14: 1-6).

Pocas veces los Evangelios mencionan las dolencias precisas de los enfermos atendidos por Jesús. Esta vez el texto señala que se trata de un hidrópico, detalle importante, porque la hidropesía no es una enfermedad en sí, sino la acumulación de líquido que acompaña a diversos desarreglos crónicos. Esto significa que la pregunta de Jesús de si es lícito sanar en sábado no se refiere a atender urgencias, sino a atender a enfermos en general.

En otras ocasiones Jesús ya había hecho reflexionar a sus oyentes acerca de algunos malentendidos tradicionales relativos a la observancia del sábado. Había llegado a plantear el asunto en los siguientes términos: «¿Es lícito en sábado hacer bien, o hacer mal; salvar la vida, o quitarla?» (Mar. 3: 4). Como si se tratara de escoger entre esas dos opciones radicalmente opuestas. Y es que rehusar hacer el bien implica necesariamente, en ciertas ocasiones, obrar mal. Dejar de intentar salvar una vida puede equivaler a dejar que se pierda. O dejar de ayudar en algunos casos implica desaprovechar una ocasión que puede no repetirse.

Son varias las veces que Jesús sana a alguien en sábado. En ningún caso se trata de urgencias, de cuestiones de vida o muerte que no hubiesen podido esperar a otro día. Se trata, entre otros, de una mujer doblegada hacía ya dieciocho años (ver Luc. 13: 10-17), de un hombre que llevaba 38 años paralítico (ver Juan 5: 2-12) y hasta de un ciego de nacimiento (ver Juan 9: 1-41). Parece bastante evidente que estas curaciones son a la vez lecciones, que muchos entendieron como provocaciones.

Aquí Jesús enseña que el respeto por el día del Señor no debe suspender nuestras responsabilidades y nuestros deberes de amor hacia el prójimo. Jesús hubiese podido sin duda aplazar la sanación del hidrópico para otro día, pero no lo hizo. Tenía un concepto mucho más positivo que sus oyentes del valor del ser humano y del valor del sábado, de lo que es apropiado hacer en ese día y de lo que Dios desea que nosotros hagamos en él.

Como anticipo del mundo redimido, de la armonía universal que Dios desea recuperar definitivamente, el sábado es para Jesús, por excelencia, el día de la liberación, de la salvación, de la salud y del gozo.

Deseo que también lo sea para mí.

Deja una respuesta