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«Los reyes gobiernan con tiranía a sus súbditos, y a los jefes se les da el título de benefactores. Pero ustedes no deben ser así» (Lucas 22: 25-26, DHH).
Cobrar altos sueldos, disfrutar de lucrativos privilegios personales para familiares y amigos, dictar leyes que benefician a sus negocios, estas son algunas prioridades de ciertos políticos que no asumen el poder para servir al país sino para servirse de él. Sin embargo, esos dirigentes suelen afirmar justamente lo contrario. Jesús ya sabía que cuanto más interesados están en mandar, más procuran «hacerse llamar benefactores». Pretendiendo servir a los ciudadanos, hacen creer que sus políticas benefician a todos, pero cuando examinamos a fondo sus programas de gobierno descubrimos que redundan en más dinero para los más ricos y en más poder para los poderosos. La consecuencia es que en la actualidad muchos votan como «benefactores» a quienes prosperan a costa de su ignorancia.
Jesús, que conoce bien el corazón humano, advierte que siempre habrá pobres entre nosotros. Sabe que los ricos avaros no van a compartir los beneficios acumulados a costa de la explotación de seres humanos.
«Pero ustedes no deben ser así». El cristiano tiene el deber moral de fomentar el espíritu de servicio y promover una mayor solidaridad social allí donde se encuentre. Sobre todo, si ocupa algún puesto de responsabilidad en la administración pública.
Jesús nos recuerda que si nuestra justicia no es mayor que la de los escribas y fariseos, no entraremos en el reino de los cielos (ver Mat. 5: 20). Si representamos a Cristo no podemos seguir la ley de la jungla, sino que debemos asumir su
«política» del servicio.
Benito es anciano en nuestra iglesia local y este año ha vuelto a ser elegido para un puesto de concejal en el ayuntamiento de la pequeña ciudad en la que vive. Ya ha sido reelegido varias veces para ese cargo, porque los vecinos saben que él va a mirar siempre, con justicia y generosidad, por el bien de la comunidad. Gracias a su espíritu de servicio, su ciudad es hoy un espacio más habitable que antes de que él asumiese esa responsabilidad.
Ética social y cristianismo tienen que ir juntas. Servir a los demás en todo lo que podamos es la más noble de las tareas. Eso es seguir a Cristo, nuestro único modelo como líder.
