«También les dijo: «El sábado fue hecho por causa del hombre, y no el hombre por causa del sábado»» (Marcos 2: 27).
Durante todo un semestre académico me encontré ayudando a impartir un seminario de adventismo en la Universidad Complutense de Madrid, en el marco del curso de Religiones Comparadas, al que asistía como estudiante de máster la entonces reina de España. En uno de esos encuentros, durante uno de los recesos en que me encontraba conversando con el gran rabino de España, se nos acercó la reina y nos preguntó en voz baja: «Ahora que estamos solos. Díganme por qué, para ustedes los judíos y los adventistas, es tan importante el sábado». Como yo era mucho más joven que el rabino, dejé que respondiera él primero, mientras le pedía a Dios que me inspirase una buena respuesta.
Sorprendentemente el rabino, que era un hombre de una sabiduría impresionante, se limitó a decir: «Verá, Majestad, nuestra religión nos enseña a respetar todos los mandamientos: tanto los que parecen importantes como los que no lo parecen; los que comprendemos como los que no comprendemos».
No pareciendo quedar muy satisfecha, la reina se giró hacia mí, que todavía no estaba muy seguro de lo que me convenía decir. Y sin darme tiempo a pensarlo más, me escuché responder: «Majestad, ¿hay algo más importante que poder compartir con quienes amamos que el tiempo? Con el sábado Dios nos da tiempo para él, tiempo para disfrutar de su creación, tiempo para nosotros y tiempo para dedicarlo los unos a los otros».
Sin dejarme terminar la frase, la reina suspiró: «¡Qué gran verdad! ¡Cuánto me gustaría tener tiempo para todas esas cosas tan importantes! ¡Creo que yo también necesito el sábado!».
Como puntualizó Jesús, el sábado es un regalo expresamente preparado para nosotros. Ha sido diseñado adrede para responder a uno de nuestros más importantes «biorritmos». Es lo que necesitamos para equilibrar nuestro estilo de vida, para no olvidarnos de que somos criaturas y de que dependemos de Dios para nuestra felicidad, no solo eterna, sino también cada semana, aquí y ahora.
«El sábado fue confiado y entregado a Adán, padre y representante de toda la familia humana. Su observancia había de ser un acto de agradecido reconocimiento de todos los que habitasen la tierra, de que Dios era su Creador. […] Dios vio que el sábado era esencial para el hombre, aun en el paraíso […]. Necesitaba el sábado».
Adán necesitaba el sábado. Lo necesitaba la reina y lo necesitamos nosotros.
Señor, dame esta semana un sábado especialmente bendecido.
Feliz sábado mis hermanos en Cristo muy agradecida porque a diario utilizo este recurso que colocan a nuestra disposición el audio de la matutina para adultos yo lo descargo y lo comparto con mis contactos. Lamentablemente hoy no está disponible, prefiero el audio que la lectura porque las personas pueden escucharlo mientras realizan otra actividad, también porque a muchos no les gusta la lectura. Espero que pueda solventarse la situación. El formato de voz que utilizaban anteriormente en los audios se apreciaba mejor. Gracias y Dios les bendiga.