«Y saben a dónde voy, y saben el camino. Le dijo Tomás: «Señor, no sabemos a dónde vas; ¿cómo, pues, podemos saber el camino?»» (Juan 14: 4-5, RVA15).
Jesús había dicho claramente a sus discípulos adónde iba: a la casa de su Padre. Pero la pregunta de Tomás muestra que el asunto no había quedado del todo claro. Los discípulos esperaban un reino de Dios terrenal y no llegaban a percibir que Jesús iba a preparar lugar para ellos no en esta tierra sino en los cielos.
Tomás aparece siempre en los Evangelios como el hombre positivo que no admite nada si no tiene pruebas evidentes, y por eso expone francamente sus dudas y sus desalientos (ver Juan 11: 16; 20: 25). La razón humana a menudo busca en otra parte lo que la Palabra de Dios pone muy cerca de nosotros. Tomás ignora el camino y lo tiene ante sus ojos: «Yo soy el camino», le revelará Jesús.
Cualquiera que sea nuestra ocupación, profesión, vocación u oficio, siempre es importante no perder de vista adónde queremos llegar y dónde nos dirigimos por la ruta que estamos siguiendo. Saber qué camino queremos seguir en la vida es sumamente importante. Sin embargo, no siempre nos paramos a pensar adónde vamos, y por eso a veces no sabemos muy bien dónde nos encontramos, porque ignoramos en qué dirección tendríamos que ir. Como ya decía Séneca: «Ningún viento es favorable a quien no sabe dónde va».
Para determinar lo que queremos en la vida, los expertos nos recuerdan que debemos pararnos a pensarlo y dedicar a esta pregunta esencial la atención que merece. Solo podemos distraernos un poco de ella si, para alcanzar nuestros sueños, dedicamos algo de nuestros esfuerzos en ayudar a otros a alcanzar los suyos. Eso nos abre los ojos a nuestros propios objetivos.
Se trata de preguntarnos finalmente qué es lo que necesitamos para ser realmente felices y fieles a nuestra vocación cristiana. Puede que averiguarlo no sea una tarea fácil, pero si queremos estar seguros del camino debemos sentarnos y analizar el mapa, la brújula o el GPS que nos guía. En el fondo todo consiste en tener claro lo que nos dará realmente la felicidad verdadera a largo plazo. No nos arrepentiremos del camino tomado si estamos seguros de que es el mejor.
El famoso astronauta Neil Armstrong escribió lo siguiente: «Caminar sobre la Luna fue para mí una experiencia extraordinaria, pero caminar con Jesucristo […], esto es lo que realmente ha llenado mi vida».
Por eso Jesús viene a decirle a Tomás simplemente esto: «Vas por buen camino si me sigues».
«Siempre he encontrado en la lectura de la matutina una fuente de inspiración y reflexión para comenzar el día con propósito. Sin embargo, debo decir que últimamente he sentido que los devocionales han perdido un poco ese toque ameno y cercano que solían tener. Tal vez se deba al cambio en la persona que los comenta, ya que el estilo ha variado bastante. Aun así, sigo valorando mucho el hábito de leerla cada mañana; es un espacio necesario para conectar con Dios, aunque a veces uno extrañe la manera en que solían presentarse los mensajes.»