De Jope a Las Heras
“Había en Jope una discípula llamada Tabita (que traducido es Dorcas). Esta se esmeraba en hacer buenas obras y en ayudar a los pobres” (Hech. 9:36).
Podría reescribir este versículo como “Había en Las Heras una discípula llamada Rosita. Ella se esmeraba en hacer buenas obras y en ayudar a los pobres… y a los colportores”.
Rosita entregó su profesión al servicio de Dios y no hizo falta que me lo dijera. Lo noté la primera vez que hablé con ella y lo confirmé la primera vez que fui a su casa.
Una tarde, salí a colportar como de costumbre, y un perro tuvo el descaro de morderme, así que mi pantalón había quedado dañado y, como no había llevado muchos, necesitaba arreglarlo porque me iba a hacer falta. Además, ¿cuán bien podía hablar de mí ese pantalón roto si era lo primero que la persona veía en mí como carta de presentación?
Rosita lo arregló, y no solo lo arregló, sino que lo mejoró. Gratis.
Vi en su taller que la mujer que trabajaba allí era una abuela amada, una vecina hacendosa y misionera, una encargada de congregación y una luz en ese lugar.
Cada persona que entraba allí tenía la oportunidad de escuchar acerca del amor de Dios. Sus bibliotecas estaban repletas de libros cristianos y de agendas y revistas que regalaba para compartir su esperanza. No es millonaria, pero creo que está guardando tantos tesoros en el cielo…
Rosita me enseñó el valor de un gesto pequeño pero significativo en un momento de necesidad. Me recordó que, con lo poco que tenemos, podemos hacer mucho, que podemos no solo arreglar las cosas sino mejorarlas. Podemos mostrar que las sorpresas y las buenas noticias muchas veces son gratuitas y que no conocerlas nos puede costar caro.
¿Qué ve la gente cuando entra a tu hogar? ¿Te recuerdan como alguien que se “esmera en hacer buenas obras”?
Cuando Dorcas murió “a Dios le pareció bueno traerla de vuelta del país del enemigo, para que su habilidad y energía siguieran beneficiando a otros y también para que, por esta manifestación de su poder, la causa de Cristo fuese fortalecida” (Los hechos de los apóstoles, p. 109).
Hoy, Dios puede arrebatarnos del terreno enemigo para que usemos nuestras fuerzas para fortalecer su causa también.
Puedes buscar la forma de poner en práctica esta historia y el mensaje de Mateo 5:16.