Matutina para Jóvenes, Sábado 10 de Julio de 2021

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El salar de Uyuni

“Ustedes son la sal de la tierra. Pero, si la sal se vuelve insípida, ¿cómo recobrará su sabor? Ya no sirve para nada, sino para que la gente la deseche y la pisotee” (Mat. 5:13, NTV).

El salar de Uyuni está en Potosí, Bolivia. Es el mayor desierto de sal y el más alto del mundo, con más de 10.500 km2. ¿Puedes imaginar tanta sal junta? Constituye también una importante reserva de litio, potasio, boro y magnesio.

Una de las características de este salar (de paso, puedes visitarlo hoy en internet para conocer un poco más de su naturaleza y características) es que refleja el cielo cuando está ligeramente cubierto de agua. Seguramente verás fotos espectaculares que se logran con su perfecto espejo.

El salar contiene 10.000 millones de toneladas de sal. Creo que no llegamos a dimensionar cuánta sal hay allí. Están distribuidas en once capas de diversos espesores, llegando hasta los 120 metros de profundidad. Se la junta en montones para trasladarla más fácilmente.

¿Qué pasaría si, por algún fenómeno químico, toda esa sal perdiera su valor o sus propiedades? ¡Qué gigantesco depósito de nada sería! Jesús usó el ejemplo de la sal por sus propiedades de preservación. Dios no solo nos hace sus hijos para tener una relación con nosotros, sino para que otros puedan recibirlo también.

“La sal debe mezclarse con la sustancia a la cual se agrega; la sal debe penetrarla e infundirla para preservarla. Así es como los hombres son alcanzados por el poder salvador del evangelio: a través del contacto y el trato personal. No se salvan en grupos, sino individualmente. La influencia personal es un poder. Tenemos que acercarnos a los que deseamos beneficiar” (El discurso maestro de Jesucristo, p. 37), así como los cristales se acercan en el salar.

Todo lo que en nuestra vida provenga de Jesús, se extenderá hacia los demás, lo sazonará y revitalizará.

A menos que tengamos una fe viva, no podremos ejercer una influencia eficaz sobre el mundo.

Cuando pasé por Bolivia, las excursiones al salar estaban canceladas y no llegué a conocerlo. Pero para unirnos a la fuente de sal más grande del mundo, no necesitamos de ningún transporte adicional. Alcanza con pedirle provisión diaria a él para traer ese sabor a la tierra. Su entrada nunca está cancelada y Dios puede usar nuestro cuerpo como recipiente mucho más eficaz para contener la cantidad necesaria que otra persona necesite.

Colócate en sus manos hoy para no volverte “insípido”. ¿Dónde puedes desparramar un poco de sal este sábado?

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