
Bajo las alas de Dios
“Ella respondió: ‘Soy Rut, tu sierva; extiende el borde de tu capa sobre tu sierva, por cuanto eres pariente cercano’ ” (Rut 3:9)
La historia de Rut y Booz se destaca como uno de los relatos más apasionantes de amor y suspenso que hallamos en la Biblia. Como ya te mencioné previamente, admiro profundamente a Rut, ya que su principal motivación para emigrar a Israel fue ayudar a su suegra. Hoy, deseo invitarte a examinar un detalle adicional de la historia de esta ejemplar mujer.
La Biblia relata que, al llegar a Belén, Rut comienza a “trabajar” en el campo de un hombre rico llamado Booz, y en el capítulo 3 vemos cómo Rut se “infiltra” una noche en la hacienda de Booz, le descubre los pies y se acuesta allí. Durante la noche, Booz se despierta espantado y, al darse cuenta de que hay alguien a sus pies pregunta de quién se trata. Entonces Rut le dice: “Soy Rut, tu sierva; extiende el borde de tu capa sobre tu sierva, por cuanto eres pariente cercano” (Rut 3:9).
Para el lector moderno, parece que Rut le está pidiendo a Booz que comparta su manto con ella, pero en realidad, ¡Rut le está proponiendo matrimonio! Incluso hoy en día, en varios países, resulta sorprendente imaginar que sea la mujer quien haga la propuesta, ya que existe la expectativa de que sea el hombre quien realice esa solicitud (preferiblemente de rodillas, como lo hice yo).
La petición de Rut lleva consigo una enseñanza más profunda. La palabra “capa” en hebreo (kanaf) también se puede traducir como “alas” y este vocablo solo aparece dos veces en el libro de Rut. En el capítulo 3, se refiere a la “capa” de Booz; pero en el capítulo 2, Booz le había dicho lo siguiente a Rut: “¡Que el Señor te recompense por lo que has hecho! Que el Señor, Dios de Israel, bajo cuyas alas [kanaf] has venido a refugiarte, te lo pague con creces” (Rut 2:12, NVI). Rut es capaz de pedirle a Booz que la cubra con su “capa” porque ya anteriormente ella se había refugiado bajo las “alas” del Dios de Israel.
Hoy en día escoger correctamente un compañero o una compañera para toda la vida no es tarea fácil, pero la historia de Rut te proporciona el mejor ejemplo que puedes seguir al escoger con quién te vas a casar: primero, refúgiate bajo las “alas” de Dios, solo entonces podrás escoger correctamente quién te cubrirá con su “capa” por el resto de tu vida.