Hambre de la Palabra de Dios
“Vienen días –afirma el Señor– en los cuales mandaré hambre a la tierra; no hambre de pan, ni sed de agua, sino hambre de oír la palabra del Señor” (Amós 8:11).
Cincuenta días después de la fiesta de la Pascua, los judíos celebraban la fiesta del Pentecostés, también conocida como la fiesta de la cosecha. Era un día de mucha alegría, pues celebraban a Dios como su sustentador; en cada hogar había abundancia de frutos.
En una ocasión, Dios le mostró al profeta una cesta con frutas y le preguntó: “¿Qué ves, Amós?”. “Una cesta de fruta madura”, respondió él. El Señor le dijo: “Ya Israel está maduro; no le voy a perdonar ni una vez más” (vers. 2).
Por medio de esta ilustración, Dios le estaba queriendo decir a los israelitas que ya no iba a poder protegerlos de los ataques enemigos. Así como la fruta madura es comida, los israelitas sufrirían invasión, sus ciudades serían destruidas y muchos serían llevados en cautiverio, debido a la idolatría que había en medio del pueblo. En ese momento de crisis muchos se iban a lamentar del tiempo perdido, iban a anhelar escuchar algún mensaje profético y estudiar la Palabra de Dios, pero no les sería posible.
El profeta Isaías también anticipa un tiempo en que ya nadie podrá encontrar a Dios, aunque lo busque intensamente. Él escribió: “Busquen al Señor mientras puedan encontrarlo, llámenlo mientras está cerca” (Isa. 55:6). Sus palabras anticipan un momento cuando no habrá acceso a su Palabra; esto ocurrirá al acercarse el día de su Segunda Venida. Entonces apreciaremos todo lo que hayamos aprendido de la Biblia. Sus promesas nos sostendrán en cualquier crisis que se avecine y estaremos fortalecidos para esperar a Jesús a pesar del caos mundial.
Ahora tienes el privilegio de estudiar su Palabra en libertad, razonarla y aplicarla a tu vida, puedes saber cuál es su voluntad y los planes de Dios para el desenlace de la historia en este mundo.
Así que aprovecha la oportunidad que tienes hoy, pues no durará por siempre.
