Matutina para Mujeres | Lunes 26 de mayo de 2025 | El cadáver donado con un propósito especial

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Matutina para Mujeres

«Jesús ya sabía todo lo que le iba a suceder, así que salió

al encuentro de ellos. ‘¿A quién buscan?’, les preguntó» (Juan 18:4).

En la sala NG004 del Fitzsimons, un antiguo hospital del ejército, ubicado en la escuela de medicina en la Universidad de Colorado, se escucha el Réquiem de Mozart en un gélido ambiente, mientras el doctor Víctor M. Spitzer corta a Susan Potter en 27.000 cortes.

A las 5:15 horas del 16 de febrero del año 2015, Susan murió a los 87 años de una neumonía, pero no tendría un funeral común y mucho menos un sepelio. Durante los últimos 15 años de su vida, hizo planes específicos para lo que quería que se hiciera con su cuerpo. Desde que escuchó, en el año 2000, acerca del Proyecto Humano Visible, que serviría para enseñar de manera virtual y excepcional la materia de Anatomía a estudiantes de medicina, no dudó en ofrecer su cuerpo para el proyecto. Así fue como contactó al Dr. Spitzer, con quien estuvo planeando todo para el momento de su muerte. Susan conoció hasta el detalle más espeluznante de lo que pasaría con su cuerpo, pero estaba feliz de hacer un bien a la ciencia. Actualmente, se le ha dado el nombre de «El cadáver inmortal» ya que el Dr. Spitzer planea resucitarla como un cadáver virtual que hable, como si fuera una inteligencia artificial, los estudiantes de medicina.

Mientras leía la historia de Susan, inevitablemente mis pensamientos hacían figuras de un hombre que planeó la manera de morir y el propósito de su muerte. Desde el momento que supo que la perfecta creación, que recién había creado, estaba destinada a una inminente muerte, él se ofreció para morir en lugar de ellos. Durante años, planeó en conjunto con su Padre cómo sucederían los hechos. Jesús conocía a detalle todo lo que sufriría, sabía de los latigazos, de las bofetadas, de la saliva de otro en su rostro y de esa cruz pesada. Sabía de la burlesca corona de espinas dañando sus sienes y, a pesar de ello, con gozo, continuó con tan grande e inigualable proyecto para los humanos. Finalmente, cumplió su objetivo con la gloriosa resurrección.

Alabemos el nombre de Jesús por donar su cuerpo para ti, para mí y para todos los humanos que decidan aceptar la salvación que trajo con su muerte.

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