Una mentalidad de crecimiento
“El cerebro es un músculo que se fortalece con el uso”. Carol Dweck
Carol Dweck llevó a cabo un interesante estudio.114 Puso a jovencitos de diez a catorce años a armar rompecabezas, comenzando con algunos sencillos y, progresivamente, entregándoles otros demasiado complicados. El objetivo no era quién terminaba antes, sino cuáles eran los pensamientos de los participantes ante los retos aparentemente imposibles. Descubrió dos actitudes: 1) los que se desanimaban y 2) los que se mostraban aún más decididos cuando la prueba era complicada. Los del grupo 1 que no lograron resolver su rompecabezas dijeron sentirse “desanimados y fracasados”. Los del grupo 2 que no lograron resolver su rompecabezas afirmaron: “No es un fracaso, porque aprendimos”. Ella llamó a esta diferencia “mentalidad fija” y “mentalidad de crecimiento”.
La gente con mentalidad fija piensa: “Tengo cierta inteligencia y ciertos talentos, y eso determina cuán lejos puedo llegar en la vida”. Esta manera de pensar, a la par que ve un potencial también lo autolimita, porque lo mide conforme a un criterio preestablecido. Sentir que no alcanza ese criterio hace a la persona considerarse fracasada y dejar de creer en sus posibilidades. Por eso huye de los retos que cree no poder superar: como no quiere correr el riesgo de sentirse fracasada, ve cada dificultad como una evaluación de su valía personal, y cada fracaso le hace cuestionarse su propia inteligencia y capacidades. “Mejor me quedo en mi zona de confort”, razona, “para que nadie descubra que no puedo”.
La gente con mentalidad de crecimiento piensa: “Tengo rasgos que puedo cultivar con experiencia y aprendizaje; si me esfuerzo y me centro, progresaré”. Creen que pueden llegar con el tiempo a comprender cosas que ahora no comprenden; a mejorar aspectos negativos de su personalidad. Creen que salir de la zona de confort tiene un premio: aprender.
Te invito a desarrollar una mentalidad de crecimiento. Si crees que eres capaz de crecer y desarrollarte, no te dará tanto miedo decir que sí cuando te pidan, por ejemplo, ser maestra de Escuela Sabática, hablar en público o dirigir un Departamento… Lo tomarás como un reto que te permitirá aprender sirviendo. No tienes que impresionar a nadie ni que demostrarte nada a ti misma; se trata de iniciar un camino. Eso que ahora te parece imposible, no tiene por qué desanimarte: solo es un punto de partida. Acéptalo confiando en Dios.
Bienvenida a la escuela de la vida.
“Den lugar a la renovación espiritual de la mente” (Efe. 4:23, LPH).
114 Carol Dweck, Mindset (Nueva York: Ballantine Books, 2006).