Milagro a 300.000 kilómetros por segundo
“La tierra no tenía forma y estaba vacía, y la oscuridad cubría las aguas profundas; y el Espíritu de Dios se movía en el aire sobre la superficie de las aguas. Entonces Dios dijo: ‘Que haya luz’; y hubo luz” (Génesis 1:2-3).
Trescientos mil kilómetros por segundo es la velocidad a la que viaja la luz. Es una velocidad increíble, ¿no es verdad?
Antes que la luz entrara a nuestro planeta, afirma la Sagrada Escritura que todo estaba desordenado y vacío. Es decir no había un orden y hacía falta la belleza del toque maravilloso del Creador. Fue en medio de esa oscuridad inhabitable que Jesús dio la orden: ¡que haya luz! Y hubo luz. Podríamos bien llamar a ese momento “El primer milagro” y sucedió a una velocidad inimaginable. Cuando pestañeas una vez, la luz ya recorrió esa distancia.
Hay decisiones que vamos tomando a lo largo de nuestra vida que en un punto nos hacen encontrarnos en medio del caos y la oscuridad. Pareciera que nos hallamos en Génesis 1:2, en la primera frase. Los problemas nos ciegan de manera que no somos capaces de ver a través de los ojos de la fe. El versículo 2 termina con una frase poderosa: “Y el espíritu de Dios se movía sobre la superficie de las aguas”. Es decir, en medio de ese cuadro que parecía sin esperanza, ahí estaba la presencia de Dios.
No sé si hoy estés pasando por una situación difícil que pareciera no tener solución, o quizás sientes que Jesús no está a tu lado y no está haciendo nada por ti, pero quiero decirte que si esta mañana has abierto este libro no ha sido por casualidad. Dios quiere recordarte que, en medio de la angustia que siente tu corazón, puedes tener paz si confías que él hará un milagro a la velocidad de la luz. El tiempo que tarda la luz del sol en llegar hasta la tierra es de 8 minutos y 32 segundos, esto es resultado de la distancia que hay entre ambos.
¿A qué distancia crees encontrarte hoy del Señor? La buena noticia es que el que llenó de luz y orden la tierra, hará resplandecer de nuevo la luz en tu vida. Espera y confía, Dios hace grandes maravillas, tanto así que, si no existe solución para tu problema, él la inventa así como inventó la luz.
