Miércoles 15 de Junio de 2022 | Matutina para Mujeres | Reír con los que ríen

Reír con los que ríen

“Alégrense con los que están alegres y lloren con los que lloran” (Rom. 12:15, NTV).

Mucho más difícil que llorar con los que lloran, es reír con los que ríen. En su libro The Comparison Trap [La trampa de la comparación], Helen Roberts cuenta lo difícil que fue para ella celebrar los embarazos de otras mujeres. Luego de tener a su primer hijo, Helen pasó por un período de infertilidad secundaria. Mientras que ella no lograba quedar embarazada, parecía que todas las demás mujeres sí. Como líder de iglesia, Helen debía participar en las dedicaciones de todos los bebés. ¡Cada bebé que bendecían era un doloroso recuerdo de lo que ella no podía tener! Un día, una anciana de la iglesia se acercó a Helen y la desafió a alegrarse de corazón por esas mujeres, ¡aun si esa bendición nunca llegaba a ser suya nuevamente! Alegrarse con los que se alegran es un verdadero desafío.

¿Puedes celebrar cuando otra recibe la promoción que querías? ¿Puedes alegrarte cuando otra recibe la atención de un hombre en particular, o la bendición de una boda, un hijo o una casa nueva? Helen escribe: “Cuando celebramos con otra mujer cada bendición o éxito que ella disfruta, estamos renunciando a nuestro ‘derecho’ a tener lo que ella posee. A medida que dejamos de asirnos a nuestros ‘derechos’ personales, podemos elegir confiar en que nuestro Padre celestial tiene un buen plan para nosotras también”. Será bueno, aun si lo que Dios planifica darnos es completamente diferente de lo que ella tiene y de lo que esperábamos. Dios no puede evitar ser bueno; todo lo que él hace tiene las huellas de su amor.

Recientemente, una de mis mejores amigas fue elegida para un trabajo para el cual yo también había enviado una solicitud. Luego de enterarme —cuando volví a casa—, lloré. ¡Sentirse excluida siempre duele! Sin embargo, luego de procesar la emoción inicial, oré por ella y la bendije. El mismo Dios que está obrando en su vida, obrará también en la mía. Mientras tanto, elijo celebrar su éxito y recordar que Dios está escribiendo una historia única en mi vida, porque, como escribe Shauna Niequist en Bittersweet [Agridulce], “algunas veces el final más feliz no es el que continúas anhelando, sino uno que te es imposible ver desde donde estás”. Lo que sea que Dios tenga ideado para mí será bueno; él no puede obrar de otra manera.

Señor, quiero amar a otras mujeres como me amo a mí misma. Ayúdame a alegrarme con quienes se alegran, a renunciar a cualquier sentido de “derecho” personal. Tú eres bueno. Confío en tus planes.

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