El Cangrejo Ermitaño
Sobre todo, que su fe sea el escudo que los libre de las flechas encendidas del maligno. Efesios 6:16
¿Conoces al cangrejo ermitaño? ¡Es un animalito muy interesante! Le gusta vivir en las zonas rocosas del mar y en arrecifes. A veces sale del agua y se refugia debajo de rocas que se encuentran en la costa. ¿Qué hace a este amiguito tan particular? A diferencia de otros cangrejos, su abdomen no posee exoesqueleto (no tienen esa capa durita por fuera que los protege). Y eso lo hace vulnerable frente a animales más fuertes.
¿Qué hace entonces? Busca un caparazón de caracol vacío, que se adapte a su tamaño, y se mete dentro de él. De este modo, logra refugio y defensa contra los peligros del mar. A medida que va creciendo, se ve obligado a buscar caparazones más grandes para seguir protegiéndose. Es muy simpático verlos seleccionar su nueva “casita” metiéndose de un caparazón a otro, hasta dar con el indicado.
¿Sabías que nuestra vida espiritual se parece a la del cangrejo ermitaño? Somos débiles y vulnerables ante los ataques de Satanás. No hay nada en nosotros para sentirnos seguros. Eso nos obliga a buscar un escudo que nos defienda de sus ataques.
El apóstol Pablo conocía muy bien nuestra debilidad, y por ello nos dice qué usar como escudo espiritual. Vuelve a leer el versículo de hoy. Ese escudo es la fe. Un sinónimo de “fe” es “confianza”. Pero, ¿confianza en quién? Así es, en Jesús. Él ya venció a Satanás, Él sabe lo que es luchar con el pecado y tiene el poder para protegerte de sus ataques.
Debes acudir a Jesús en oración para que él te auxilie, y cuando haces esto, todo cambia. Satanás se las tiene que ver con él y no contigo. Es como aquel niñito pequeño al que lo persiguen niños más grandes, hasta que este llega corriendo donde está su papá, y se refugia detrás de él. Entonces los grandulones no se atreven a hacerle frente al papá, porque saben que saldrán perdiendo. Así sucede con Satanás. Si tú te acostumbras a correr y esconderte detrás de Jesús, estarás a salvo.
Por ello, recuerda: lo primero que debes hacer al levantarte cada mañana es orar y pedirle a Jesús que sea tu refugio, que te proteja de las tentaciones de Satanás. Haz como el cangrejo, ¡y comienza cada día protegido con el escudo de la fe!