Domingo 14 de Agosto de 2022 | Matutina para Menores | La clase de teoría

La clase de teoría

“Dios dio a Salomón sabiduría, gran discernimiento y amplitud de corazón como la arena que está a la orilla del mar” (1 Reyes 4:29).

Una vez más, salí de la clase de teoría casi llorando. La profesora era estricta, es cierto, pero no era por eso que casi lloraba. Me daba cuenta de que mis compañeras sabían cosas que yo no sabía, y me daba vergüenza ser “el último orejón del tarro”. ¡No era mi culpa que en el país donde vivía antes no se enseñara educación auditiva! Me sentía perdida en medio de intervalos, acordes, ritmos y melodías que había que escribir en el pentagrama con solo haberlas escuchado un par de veces. Y, como siempre había sido buena estudiante, me molestaba mucho esa situación.

Al llegar el verano, decidí tomar las riendas del asunto. Quizá no llegaría a ser la mejor en teoría, pero iba a poner todo de mi parte para poder saber lo que tenía que saber en mi clase. ¡Sabía que Dios podía ayudarme! Oré, y el Señor me ayudó. ¡Siempre lo hace cuando pedimos sabiduría!

¿Crees que me quedé solo con pedir sabiduría? ¡No! Casi cada día escuchaba dictados, practicaba intervalos, solfeaba y hacía ejercicios rítmicos. Cuando pensaba en qué lindo sería disfrutar del sol afuera, me esforzaba un poco más. Al llegar de vuelta al colegio, tendría una evaluación, y tenía que aprobarla. No solo aprobarla, también mostrarle a mi profesora que podía hacerlo bien.

Y así, pasó el verano, y llegó el día del examen. Sabía que había hecho lo mejor posible, así que entré al examen nerviosa, pero a la vez confiada. ¿Aprobaría? Sí. Cuando la profesora me dio mi calificación, me sentí feliz. ¡Todo el esfuerzo había valido la pena! Y Dios, sin duda, me había dado sabiduría, de acuerdo con su promesa. Ese año me nivelé con mis compañeras de teoría. Mi profesora me felicitó por mi esfuerzo, y me dijo que en todos sus años como docente, nunca había visto a alguien mejorar tanto y tan rápido.

La historia sería genial si terminara aquí, pero ¡aún hay más! Un par de años después, decidí llegar a ser profesora de Música. Hoy, enseño educación musical y auditiva a niños. ¿No es maravilloso cómo Dios hace las cosas?

Hoy te pregunto: ¿Hay algo que no entiendes? ¿Hay alguna asignatura que te cuesta mucho? Recuerda la historia de Salomón, quien pidió inteligencia a Dios, y ¡Dios contestó! Con esa sabiduría del cielo puedes esforzarte y salir adelante. Pide al Señor que te dé inteligencia, haz tu parte estudiando, y ¡podrás lograr lo que te propongas!

Cinthya

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